domingo, 9 de mayo de 2010

Fin de semana de transistores


La tarde del domingo es la parte del día de los mil adjetivos. Según la persona, el estado de ánimo, la climatología y el contexto, se padecerá de una manera u otra. Si se tiene un pasatiempo pasajero al que aferrarse quizá crea que es sábado, incluso viernes.

Sin darnos cuenta estamos en el mes de mayo. Sin darnos cuenta suceden casi todas las cosas importantes a nuestro alrededor. Tenemos que hacer una parada y recapitular, para así poner en orden nuestra cabeza y saber que nos queda por hacer. Porque casi siempre pensamos en lo que no hicimos.

El viernes por la tarde tuvimos la oportunidad de asistir al programa de Carlos Herrera en directo desde Shanghai. Como oyente es muy difícil imaginarse lo que sucede al otro lado del transistor y acertar. Nosotros no desvelaremos el secreto para que la radio siga siendo una voz que hace compañía. Sin noticias de ese gol que le daría al Real Madrid el liderato.

El hotel Gran Meliá es nuestro geiser de oportunidades en forma de trabajo y amigos. Al malagueño Juan y al madrileño Raúl, se han sumado los cubanos Eduardo y Liset. Un placer conocerlos un poco más cenando en un restaurante italiano que no cocinaba pizzas. La isla caribeña se ha convertido en un destino pendiente.

Mientras conocemos a gente descubrimos nuevos sabores. El último ha sido el de la cocina uigur. Chinos con gorros estilo turco copan las calles preparando brochetas de cordero especiado en su parrillas móviles.


En una semana partimos a Guilin, desde donde iniciaremos un recorrido por el suroeste de China. Son muchas las imágenes que hemos visto de esta parte del país que no acoge y que nos han seducido. Esperamos que las expectativas se cumplan. A través del blog y de la web os mantendremos informados de nuestros avances.

Mientras los amigos y los novios celebraban sendas despedidas, nosotros decidíamos que vestir para el día de su boda. Jaimito, me hubiera gustado estar con todos vosotros, ahora me conformo con conocer los detalles de la velada. Mientras tanto, la tarde de domingo se extingue. Y todavía queda el capitulito The wire.

Palabra: Esperanza

Cita: da que pensar la sabia frase de Eclesiastés: “Quien reúne saber reúne dolor”.

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lunes, 3 de mayo de 2010

El riesgo del deseo

Terremotos, celebraciones, nuevos amigos, muchos acontecimientos en las últimas semanas y poco tiempo para escribir. Desde que volvimos a Shanghai, no han parado de subir los grados en el ambiente al tiempo que brotan nuevos proyectos y sugerentes reuniones con amigos. Como cuando un niño pequeño intenta alcanzar sigilosamente un juguete sin que nadie le vea, esta ciudad se introduce en nuestra casa y nuestra forma de ver la vida. Un día a día alejado de nuestras costumbres nacionales (aunque el jamón y el queso siempre nos recuerdan de dónde venimos) nos mantiene despiertos, al tiempo que melancólicos. Algunas personas que hemos conocido venían para un par de años, ya han pasado cinco y aún no ven el final. Otros dicen encontrarse aquí desarraigados, sin un pilar de apoyo. Nuestro futuro cada vez es más incierto, pronto la pelota puede caer hacia un lado u otro de la red.



El pasado viernes, los chinos pudieron sentir las reminiscencias de unos Juegos Olímpicos que aún perduran en la mente de todos. Recuerdo cómo aquél 8 de agosto vi la inauguración por la televisión de casa, con un profundo deseo de revivir el primer mes que pisé China con mi hermana. La tristeza por haberme perdido los primeros fuegos que deslumbrarían al mundo, se ha visto algo compensada con la felicidad al disfrutar de la traca final que consolida el papel de Shanghai. Todos sabemos que la pólvora y el desfile de bailarines y cantantes no disfrazan al resto de los ciudadanos. Se ha criticado que el Shanghai más desarrollado y educado no es el reflejo de la realidad diaria. ¿Acaso se pueden sentir menos chinos aquellos que llevan una vida más parecida a lo que nosotros entendemos como “adecuada”? Todo es la realidad y nada es fruto de la imaginación. Les queda un largo camino, pero hay que saber valorar cada paso.




Tuvimos la suerte de acceder al recinto de la Expo durante los días de prueba, el mejor momento para acercarse a los pabellones. Aun siendo la entrada limitada, la pirámide invertida de China pudo colgar el cartel de “completo”. Los locales, ansiosos, no querían perderse ni un sólo rincón de unos stands muy visuales pero poco informativos. El resto de los Pabellones, los que estaban abiertos, lucían largas colas de hasta 90 minutos para entrar. ¡Y aún no se ha inaugurado oficialmente! ¿Qué va a pasar cuando esto empiece de verdad? Nos compadecemos de aquellos que tengan que hacer acto de presencia cada día… A favor de España, el cesto de mimbre no decepcionó. Sólo estaba abierto para pequeños grupos autorizados y nosotros pudimos disfrutarlo prácticamente en solitario. Tres salas: pasado, presente y futuro. Emotivas las dos primeras y extravagante la última con un gran bebé (curiosamente es la que más gusta a los chinos). Revivir la victoria épica de “La roja” o teletrasportarnos al Retiro en un día de cielo azul no se paga con dinero. Habrá que esperar aún unas cuantas semanas para poder vivirlo en directo.



Paulo Coelho sabe valorarlo: “cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos y por eso la vida vale la pena”


La palabra de hoy: UMBRAL

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