Shanghai, aquella ciudad conocida por su aire cosmopolita. Beijing, capital tradicional de un dragón que poco a poco comienza a despertar. Dos lugares que bien podrían ser la puerta de entrada a países antagónicos pero, sin embargo, la realidad es caprichosa. Comparten fronteras, no pensamientos. Los más de 1.400 km que distan entre una ciudad a otra son tan sólo algo simbólico de lo que realmente les diferencia. El estilo de vida, las ambiciones y los miedos no se pueden equiparar. Shanghai es moderna, aventurada y se está convirtiendo en la llave para abrir ese baúl de un país que esconde tesoros que ansiamos conocer. Y hablamos, mejor dicho, escribimos en primera persona porque los que no somos “Zhong guo ren” nos sentimos más ambiciosos en esta ciudad. No hay lugar para la comodidad-estable. Cada rincón, cada conversación, cada mañana, surge una nueva idea que nos haga crecer.
El alma de arqueólogo del que hace gala el acalde de Madrid parece tener su réplica en su homónimo de Shanghai. La Puta de Oriente, como es conocida la ciudad que este año nos acoge entre sus brazos, no hay día en que se abra una nueva zanja en sus calles mostrando sus entrañas a unos transeúntes acostumbrados a ver excavadoras y rascacielos a partes iguales.
Tomamos el metro, pugnamos por entrar en un atestado vagón, esquivamos todo tipo de vehículos que tratan de circular por un levantado asfalto, hasta llegar a nuestro destino. La zona comercial de Yuyuan, en la ciudad vieja de Shanghai. La arquitectura china tradicional de los edificios dan cobijo a esas franquicias que todos podéis imaginar. Los chinos parecen disfrutar degustando una alita de pollo entre sorbo y sorbo de un café de Seattle.
Hoy ha dicho adiós el escritor que hizo del silencio un modo de vida. Esquivo con la sociedad, J.D. Salinger copa portadas de periódicos de todo el mundo y sus cuatro libros dispararán los índices de venta por culpa de los consumidores de mitos y no de hombres.
Mientras tanto, ya se está gestando la primera visita…
Oscar Wilde, en el Retrato de Dorian Gray escribió “para poner a prueba la realidad, debemos verla sobre la cuerda floja.”
La palabra del post de hoy es: incertidumbre.