martes, 24 de febrero de 2009

Lee y Allen, dos amigos de película


Hace un mes aterrizamos en la terminal 3 del International Capital Airport de Beijing, diseñado por Norman Foster, creador de utopías disfrazadas de fibra de carbono. Una fecha que coincide con aquella frase, más que con el hecho en si del "Golpe", para el recuerdo de la breve historia de la democracia española "¡Se sienten, coño!". El desconocimiento de los chinos en cuanto a la persona de Tejero es notable, ningún telediario de la CCTv abrió sus domésticas noticias con aquel acontecimiento. A nosotros nos extrañó y teníamos que comentároslo. Ah! Este 23 de febrero del 4707, según el calendario lunar por el cual nos regimos, también ha sido el vigésimo noveno aniversario de uno de estos dos locos que anda buscando no sabe qué al otro lado del globo. El otro tampoco lo sabe y por eso están juntos.

Xièxie a los amigos y al primo que mandaron sus felicitaciones en forma de mails, a la abuela, al hermano, a los tíos y al primito que vía Skype dijeron "Felicidades" y al padre y a las mamás que llamaron por teléfono marcando un sinfín de números para recordar un paso de los años que se acelera.

La idea de tener amigos en un país nuevo es algo que comparte todo español que se precie y nosotros no íbamos a ser menos. Nuestras citas con chinos u occidentales ya, por fin, se pudieron dar la semana pasada y los resultados no han podido ser mejores. Shanshan fue la primera en atreverse a enfrentarse a dos personas con las que tendría que hablar en un idioma que no era el suyo. 20 años de experiencia que le sirvieron para aconsejarnos en el laberíntico mundo de las peluquerías y con la que ahora quedamos para unas lecciones de interchange chino-español. Dani, un español afincado en Beijing junto a su mujer china, puso el contrapunto. Alguien que acaba de ser papá por primera vez y, para más inri, con su particular toque oriental. Tal vez por eso, se apreciaba en su cara la felicidad por estar aquí y por transmitirnos el lado más positivo de Beijing y, la verdad, es que lo consiguió.

A priori, el lado más oriental venía de Cecilia y su particular español adquirido en sus estancias en Cuba y Venezuela. ¿Casualidad? Aunque la sorpresa vino de otra persona que ella misma nos presento. Lee, un “guaperas” (como dicen que le llaman) de 26 años, amante del basket y del bádminton, quiso introducirnos en su grupo de amigos y nos invitó a lo que comúnmente se conoce allí como pachanga. Eso sí, esta vez sería de un deporte diferente al fútbol, uno que nosotros no dominamos. Y como de deportes iba el asunto, pronto conocimos a lo que, hemos intuido, es su mejor amigo. Allen, el Manolo Lama de estos lares, se presentó a lo grande al venir a buscarnos en su “llamativo” coche. Y es que ya sabemos que un trabajo en la radio como comentarista de deportes te hace no tener demasiado tiempo libre los fines de semana pero también te genera otras ventajas. Él se ofreció a pasar a recogernos para ir a esa cancha que tanto miedo nos daba al principio (todo hay que admitirlo). Cercanos, abiertos a conocer y, sobre todo, muy atentos. Nuestros nuevos amigos chinos puede que sean aquellos que nos introduzcan aún más en el ocio al que están acostumbrados la gente de Beijing. Ojalá así sea.

Desde la ventana de nuestro piso vemos un campo de fútbol que se usa para todo menos para jugar partidos. Aquí los balones piden la vez en la cola del paro. La distancia que nos separa es mucha, pero para la crisis parece ser poca. Del deporte rey en Europa se sabe poco por Beijing, teniendo a Yao Ming arrasando en la NBA y a muchísimos campeones del mundo de bádminton se entiende. Por ese motivo no dudamos en probar suerte en la práctica de estos deportes con nuestros amigos chinos. Mónica optó por el bádminton y Galo por el baloncesto. El pabellón nacional quedó bien alto, así lo certifican los comentarios que nuestros rasgados amigos nos regalaron: "Aprendes muy rápido" y "Eres un buen tirador". Hay que tener en cuenta que la indumentaria que teníamos no era la más idónea para hacer deporte, pero eran tantas las ganas que teníamos de volver a sudar que no nos importó y nos lanzamos a jugar con vaqueros.

Resulta curioso ver como una pequeña desconocida para muchos de ustedes, la webcam, está generando tan buen rollo e incluso animando a los indecisos a volar 10.000 km para volver a vernos y contarnos en persona lo que ahora hacemos a través de esta nueva herramienta amiga tecnológica. Cada una funciona de una manera, unas son cámaras de video, otras son cámaras de foto sin saberlo sus dueños, pero todas nos acercan un poco más al otro lado. A ti aquí y a nosotros allí.

Podemos imaginarnos el ambiente de Champions que se estará respirando en Madrid. Mañana se juega un clásico de la vieja Europa. Real Madrid-Liverpool, dos clubs con filosofías opuestas pero casi igual de alardeadas. Mónica y Galo, dos amantes del primer club de la ciudad y de la capital de nuestro reino, por mucho que os joda a algunos de vosotros, no se perderán la cita y a las 03:45 de la madrugada, CCTV5 mediante, estarán delante del televisor, esperando, cantar los goles del que nunca hace nada. El Muerto.

Por el momento, y para ir abriendo apetito, nos vamos a lanzar a cocinar una pizza made in Beijing. Una base (que dista mucho de las que allí se fabrican), que irá decorada con sucedáneos de jamón, queso español y, sobre todo, cocinada olvidando el horno que tanto echamos en falta para probar suerte con la sartén. ¿El resultado? Lo sabréis en el próximo post. Esperemos que sea tan bueno como el que obtenga nuestro equipo porque we will never walk alone.


Para los más fútboleros...pinchar aquí
http://www.youtube.com/watch?v=QjtdTPTxB-o

martes, 17 de febrero de 2009

... y llegó la Primavera! ;p


Como vaticinaron las fiestas que acabamos de pasar, la primavera ya ha llegado y no nos lo ha dicho El Corte Inglés. Unos copos blancos como la camiseta del que nunca hace nada nos han permitido disfrutar, otra vez, de una nieve que nos ha recordado a Madrid. Seguro que pronto os pediremos que nos mandéis los bañadores (pero del jamón y el queso no nos olvidamos).

lunes, 16 de febrero de 2009

Próxima estación...


Salimos de casa dispuestos a caminar bajo las frías temperaturas. 25 minutos nos separan del metro más cercano pero, en una ciudad tan inmensa como Beijing, debemos aliarnos con él si queremos descubrir, viajar hasta el lugar de destino. Estación de partida: Ciqikou, un nombre que nos sonó a chino los primeros días pero que ahora conseguimos identificar en boca de los locales.

Si entrar en el metro de Madrid estabiliza tu temperatura corporal, aquí, lejos de calentarte, el viento que corre por sus pasillos consigue que el frío te acompañe hasta entrar al vagón. Un primer control de seguridad en búsqueda de objetos sospechosos (sabremos algún día si el peligro aquí proviene de los mismos utensilios), un máster en la compra de un ticket de viaje y, por fin, nos encontramos en el andén. Las altas puertas de cristal que nos separan de las vías nos muestran la modernidad de las instalaciones, aquellas que fueron de gran utilidad para los visitantes de los JJOO y los turistas. Y es que el metro de Beijing es nuevo, limpio y rápido, pero poco útil para aquellos que quieran alejarse de los grandes monumentos. Una boca de metro que parece esconder una Ciudad Prohibida pero, a su vez, una distancia de cinco kilómetros en los que no hay transporte público subterráneo que te acoja.

Beijing no está pensada para los peatones, demasiado pequeños e insignificantes para una ciudad concebida para emperadores. La construcción de su red de metro supone un intento de humanizarla y de recortar sus distancias. Aún insalvables. Nosotros estamos muy mal acostumbrados, el Metro de Madrid vuela.

Chongwenmen. “Por favor, vayan preparándose para su llegada”. Una frase que pronunciada en su lengua podrían hacer pasarnos de estación, pero su traducción al inglés nos ayuda y nos recuerda aquellos inicios del mes de enero. Echar la vista atrás, descubrir lo que hemos evolucionado y pensar en todo lo que nos queda por mejorar. Una parada en el camino que nos calienta. Ahora sí, podemos quitarnos el abrigo.
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Dongdan. Lugar de encuentros clandestinos, fugaces, entre homosexuales que se citan a través de internet para practicar un amor prohibido. Fue aquí donde nos percatamos del verdadero alcance de la palabra transbordo. La línea 5 (morada) se cruza con la línea 1 (roja) en un entramado laberíntico de pasillos atestado de gente y que no parece tener fin. Una vez dentro del vagón…olvídate de tomar asiento. Las flechas de Cúpido han encontrado en las parejas de Beijing ren a sus más fieles seguidores. San Valentín aquí si que importa y cada gesto de él o de ella bien podría valer esa rosa que hoy parece florecer en las calles de esta nuestra ciudad. El trayecto continúa su curso.


Tuanjiehu. Parada que nos obliga a caminar hasta nuestro destino. La zona de Sanlitun desde un principio te acoge, te alimenta y te divierte. Un lugar para los que no se atreven a inmiscuirse en la urbe china pero que también quieren disfrutar por un puñado de yuanes comiendo empanadillas y noodles en restaurantes aparentes. Grandes avenidas que muestran sus bonitas caras pero tras las que se encuentran los mejores rincones. Bares, restaurantes o tiendas chinas que te alejan del lujo de los coches de marca y donde las bicicletas hacen de guías.

Jishuitan. El Norte de la ciudad nos presentó su lado más tranquilo a orillas de un lago que nosotros descubrimos congelado. Uno de los dos incluso caminó sobre él y disfruto como un niño. El paseo por esta zona tiene una parada de obligado cumplimiento, El club Obiwan.

Estas son unas cuantas paradas de un metro escaso. Hay otras, cada una con su historia y con su qué ver, qué hacer, qué comprar y qué comer, una vez en una superficie que te congela la cara. Aparentemente todos los metros del mundo son iguales, solo cuando desciendes a su interior descubres sus diferencias. El metro de Beijing no es peor que otros, pero tampoco mejor. Al igual que los números de los edificios en las calles, el metro de Beijing no sigue un orden lógico. Aquí, a la línea dos la sigue la seis y a ésta la número ocho. ¿Dónde se quedó el tres, cuatro, siete o nueve? Escépticos con los números pero también con los colores. La línea roja en un mapa, pasa a ser gris en otro. ¡Así, no hay quien se entienda! Pero viendo el percal, preferimos de momento no adentrarnos en el sórdido mundo del autobús… Como tontos no son los chinos, nuestra curiosidad crece cada día. No debéis olvidar la importancia que tiene aquí la lógica de los símbolos.

martes, 10 de febrero de 2009

Cuando el "lujo" viene de occidente


Resulta que no va a ser tan sencillo “escapar” de España. Una tortilla de patatas, de la que hemos dado buena cuenta hoy y la CCTV5 retransmitiendo los partidos del Real Madrid, tiene la culpa.

Patatas y huevos sobran en este país de talla XXL, pero y ¿El aceite?, de los cubiertos para comérsela mejor ni hablar. Osadía nos ha sobrado para animarnos a cocinar, casi, construir, tan nacional plato. La operación ha sido un existo, más teniendo en cuenta el contexto y sus protagonistas. La primera fue cerca de Alicante, recién levantado. La segunda ha sido en Beijing. Una vez más sorprendido y agradecido. Xiexie. Una reserva de jamón, guardada para las grandes ocasiones (hoy era el día) ha sido un acompañante de excepción. Ninguno de los dos hemos extrañado los sabores de la comida china.

Ver los partidos del Real Madrid con legañas en los ojos sería excéntrico de donde venimos, en Beijing va a ser la norma. El riguroso directo con el que emite la cadena china CCTV5 (debe ser la Sexta de por aquí, la que roba señales y esas cosas) nos obliga a poner el despertador a las 03:00 am. El “lujo occidental” que significa ver a Raúl González Blanco no tiene precio.
Pasear por la Villa Olímpica ha sido retroceder en el tiempo y detenernos en aquel verano de 2008. Parece ser que durante esas fechas se estaba gestando algo y nadie lo sabía…En Madrid, frente al televisor, el Nido era tan espectacular como utópico. Hace unos días lo tocamos con las manos…por supuesto que lo fotografiamos. Hasta el exceso. Hemos decidido esperar a la primera remesa de visitantes para verlo por dentro. ¿Serás tú?

En una ciudad como ésta, los miedos no tienen cabida. Perderse, enfrentarse a una conversación en la que sabes de antemano que no te van a entender o atreverse a probar uno de sus platos se convierte en un riesgo rutinario que estamos empezando a superar. Los comienzos nunca fueron fáciles y no hay que intentar esconderlo. Una nueva etapa que comenzó al son de un nuevo año lunar y que parece ir superándose a día de hoy, momento en el que los petardos han dejado de sonar. Ayer fue la Fiesta de las Linternas y ya imagináis el por qué de su nombre. Linternas rojas de papel y bambú inundaron las calles de Beijing en honor a una leyenda y nosotros no quisimos perdernos lo que para ellos sería el fin de la navidad.
Nos armamos con el equipo de fotografía necesario (y una buena camiseta térmica, todo hay que decirlo) para inmiscuirnos entre la aglomeración que se detenía frente a la Ciudad Prohibida o el Lago Houhai (aún congelado). Sabíamos que el Gobierno y sus ciudadanos lo festejarían por todo lo alto con petardos. Ayer era la traca final después de unos largos 15 días de fuegos artificiales y eso se dejó notar. Lo que no sabíamos era la reacción de los chinos frente a los trípodes de una cámara. Galo con su gran equipo y Mónica con uno más pequeñito (pero con un mini-trípode que causó sensación) captaron, más que imágenes, la atención de los viandantes. Se paraban juntando su cabeza junto a la nuestra para ver aquello que se reflejaba en la pantalla de la cámara. Y es que a ellos no parece interesarles el reflejo de un buen edificio sobre el lago, sino una muestra de que estuvieron allí, gesticulando con su mano a modo de ” < >” y sonriendo a cámara. ¿A qué se llama turismo? Retratarse frente a la Plaza de Tian´anmen para un local no es tan valioso como tener una foto con aquel occidental que le sonría en el momento adecuado. Así, pudimos posar para más de tres familias enteras porque un “no” estos chinos no se lo merecen.


Días de reflexión, de recuerdos, de latidos intensos que no nos dejan olvidarnos de aquellos que en otra ciudad nos hicieron ilusionarnos. Las visitas a la capital china parece que empiezan a organizarse. Dos billetes que ya se han comprado y un gran grupo que está a punto de hacerlo. Gestos que nos emociona ver, pensar que las palabras no se las lleva el viento y que una familia o amistad significa mucho más que los casi 10.000 km que nos separan. Fobias al avión no reconocidas ;p , el que nunca quiere “líos”, pues mira en el que te estás metiendo si vienes aquí, ¿quién te iba a decir a ti que ibas a planear un viaje con tanto tiempo de antelación?, etc. Mientras tanto, nosotros contamos los días que quedan, pensamos en todo aquello que vamos a enseñaros y, sobre todo, experimentamos la sensación de volver a vernos y nos aporta la ilusión necesaria para admirar cada callejón de esta ciudad. Día a día Beijing es menos Beijing y más Madrid. Queremos que cuando vengáis conozcáis esa ciudad no “prohibida”, sino oculta a los ojos de aquel que no quiere conocer por medio a descubrir sus propios defectos. Ese será el mejor regalo que os podremos hacer.

El plato (o ensaladera) ayer estaba copado de tallarines chinos y hoy de tortilla española. Lo que a priori parece ser un simple utensilio de cocina puede convertirse en el sino de dos vidas entrelazadas que siempre dejan un espacio para nuevas aventuras.

jueves, 5 de febrero de 2009

Beijing suena a Placebo



Música que conmueve y motiva. Una primera limpieza en una casa que no era tuya se convierte en una ardua tarea que necesita de palabras a modo de canciones. Lo que antes significó Everything but the girl, ahora lo hace Placebo.

Retando al imaginario colectivo chino que dice que al barrer se puede expulsar a la buena suerte del hogar, hemos pasado los últimos días. Poner a punto nuestro nuevo, ampliado y mejorado centro de operaciones ha llevado su tiempo. Poco a poco los resultados salen a luz, dejando atrás una capa de mugre más que curiosa. Momentos en los que madres y abuelas han sido recordadas con cariño y comprensión.

Tres días después, nuestro piso se acerca más a lo que realmente es, un hogar. Una cabecera de la cama decorada, una despensa repleta de arroz y pasta donde los productos occidentales (que aquí suponen verdaderos caprichos) son tan escasos como valorados. Las tormentas de arena aún no han llegado a Beijing este año pero nosotros hemos podido intuirlo. Recogedores llenos de polvo y suciedad entre descanso y descanso, aquellos que nos están haciendo comprender las réplicas recibidas en Rivas y la Alameda. Y entre tanto, la inspiración viene volando directamente a través de nuestra ventana y nos hace sonreír. “¿Te parece si ponemos en esta pared la foto que hicimos en Madrid?” o “Este rincón es perfecto para disfrutar de las vistas si ponemos esto otro”. Y es que rincones donde perderse dentro de la propia casa, no le faltan. Cada día que pasa, nos gusta más la sensación de mirar al norte, una dirección que siempre orientó a los que estaban perdidos pero sabían adónde querían llegar.

El distrito de Chongwen, en el cual tenemos el honor de residir, es chino por los cuatro costados. El juego de las diferencias resulta absurdo cuando traspasamos el umbral de la puerta del apartamento 1701.

Tangos y coplas dicen qué “la distancia es el olvido”, resulta que Beijing no es que esté lejos, más bien lo siguiente, y el recuerdo de aquellos de los que nos separamos está más vivo que nunca. Creemos que al olvido no se llega, sino que se va, se va si uno no pone de su parte para evitarlo. Este blog que con tanta ilusión creamos cada noche iluminada de rojo en Beijing es nuestra manera de decir “gracias”. Decimos gracias cuando lo que queremos expresar es un “os queremos”.

lunes, 2 de febrero de 2009

Zài Beijing women de jia 家


Desde una planta 17 vemos un nuevo Beijing. Una percepción diferente de esta ciudad que, ahora sí, llamamos hogar. Hoy uno de nuestros útiles contactos, el agente inmobiliario hongkonés, Rymond, nos ha hecho entrega de nuestras primeras llaves. Una independencia provocada como consecuencia de esta aventura. El cosquilleo ha invadido nuestros estómagos esta mañana, cuando hemos entrado a una sala donde el papel estaba escrito en chino. Un contrato lleno de simbología traducido a un inglés jurídico que debíamos entender. El gusano parecía hacerse más grande por minutos. Ahora, uno de nosotros entiende a sus amigos y su ilusión de comprar una casa, un hogar propio que decorar. Libertad, independencia y riesgo son tres palabras que han de ir de la mano para que cobren sentido. El paso necesario para madurar, para reflexionar. Y qué mejor fecha que la de hoy, un dos de febrero que se viste de cumpleaños. (¡Felicidades! Hoy te echo más de menos).

La simple compra de utensilios para nuestro hogar ha llegado a ser un nuevo viaje. ¿Cómo pedir un recogedor a una dependienta china? Muy fácil… barriendo todo el Chaleful y después haciéndole gestos para indicarle que nuestro deseo es recogerlo. ¿Detergente? El más barato. Uno que aparentemente pone que limpia y que incluye desinfectante pero que seguramente no elimine todas las manchas. ¡Consejos, por favor! Sólo equivocándonos llegaremos a ser unos verdaderos occidentales independientes (eso sí, no temáis que no experimentaremos con nuestros más preciados tesoros).
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Hemos disfrutado cruzando sobre el puente Guangqumennei Dajie cargados con productos, un cómico menaje, toallas de baño muy en la línea Cuéntame, además de una sartén y una olla para cocinar, quién sabe cuándo y qué. Y es que todo ese trajín ha supuesto una dosis de normalidad a esta aventura cargada, en ocasiones, de tintes esperpénticos.

Un café a orillas de un lago helado, el Club Obiwan, y algo menos de 70 m2 tienen la culpa de que hoy seamos tan felices. Siempre nos quedará la duda de si ésta es la mejor opción. Desde aquí, os hacemos saber que siempre estaréis invitados a nuestro nuevo hogar (el jamón ibérico y el queso curado nos siguen gustando). ;p

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