lunes, 3 de mayo de 2010

El riesgo del deseo

Terremotos, celebraciones, nuevos amigos, muchos acontecimientos en las últimas semanas y poco tiempo para escribir. Desde que volvimos a Shanghai, no han parado de subir los grados en el ambiente al tiempo que brotan nuevos proyectos y sugerentes reuniones con amigos. Como cuando un niño pequeño intenta alcanzar sigilosamente un juguete sin que nadie le vea, esta ciudad se introduce en nuestra casa y nuestra forma de ver la vida. Un día a día alejado de nuestras costumbres nacionales (aunque el jamón y el queso siempre nos recuerdan de dónde venimos) nos mantiene despiertos, al tiempo que melancólicos. Algunas personas que hemos conocido venían para un par de años, ya han pasado cinco y aún no ven el final. Otros dicen encontrarse aquí desarraigados, sin un pilar de apoyo. Nuestro futuro cada vez es más incierto, pronto la pelota puede caer hacia un lado u otro de la red.



El pasado viernes, los chinos pudieron sentir las reminiscencias de unos Juegos Olímpicos que aún perduran en la mente de todos. Recuerdo cómo aquél 8 de agosto vi la inauguración por la televisión de casa, con un profundo deseo de revivir el primer mes que pisé China con mi hermana. La tristeza por haberme perdido los primeros fuegos que deslumbrarían al mundo, se ha visto algo compensada con la felicidad al disfrutar de la traca final que consolida el papel de Shanghai. Todos sabemos que la pólvora y el desfile de bailarines y cantantes no disfrazan al resto de los ciudadanos. Se ha criticado que el Shanghai más desarrollado y educado no es el reflejo de la realidad diaria. ¿Acaso se pueden sentir menos chinos aquellos que llevan una vida más parecida a lo que nosotros entendemos como “adecuada”? Todo es la realidad y nada es fruto de la imaginación. Les queda un largo camino, pero hay que saber valorar cada paso.




Tuvimos la suerte de acceder al recinto de la Expo durante los días de prueba, el mejor momento para acercarse a los pabellones. Aun siendo la entrada limitada, la pirámide invertida de China pudo colgar el cartel de “completo”. Los locales, ansiosos, no querían perderse ni un sólo rincón de unos stands muy visuales pero poco informativos. El resto de los Pabellones, los que estaban abiertos, lucían largas colas de hasta 90 minutos para entrar. ¡Y aún no se ha inaugurado oficialmente! ¿Qué va a pasar cuando esto empiece de verdad? Nos compadecemos de aquellos que tengan que hacer acto de presencia cada día… A favor de España, el cesto de mimbre no decepcionó. Sólo estaba abierto para pequeños grupos autorizados y nosotros pudimos disfrutarlo prácticamente en solitario. Tres salas: pasado, presente y futuro. Emotivas las dos primeras y extravagante la última con un gran bebé (curiosamente es la que más gusta a los chinos). Revivir la victoria épica de “La roja” o teletrasportarnos al Retiro en un día de cielo azul no se paga con dinero. Habrá que esperar aún unas cuantas semanas para poder vivirlo en directo.



Paulo Coelho sabe valorarlo: “cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos y por eso la vida vale la pena”


La palabra de hoy: UMBRAL

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3 comentarios:

  1. La foto de la manifestación del 11 M impresionante y muy emotiva. Es verdad que ese día en Madrid y en toda España se lloró mucho.
    La próxima vez que vayáis a la Expo sacar una del bebé gigante, el que gusta a los chinos.

    Esclaramunda

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  2. Ya habeis disfrutado de la expo!! Que suerte!! Me alegra ver que todo os va muy muy bien y estais disfrutando.
    Un abrazo. Victor.

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  3. PAGINA WEB!!!!!!!!!! no lo sabia!!! voy a trastearla un poco!!!! que guay!!!.

    Vic.

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