viernes, 23 de julio de 2010

Luchando a contra corriente

El restaurante Martín Berasategui en Shanghai está siendo nuestra mejor escuela. Cada día que pasa es una diferencia cultural más entre Oriente y Occidente que sumamos a una larga lista. Tras la gran fachada a modo de los Estudios Universales, se esconde una realidad que avanza despacio y que no parece ir hacia un punto en común desde el que podamos entendernos para progresar. Quizá, no sea cuestión de enseñar, sino de aceptar otra filosofía de vida nacida de una experiencia distinta a la nuestra. Sin embargo, estamos entrenando la paciencia, que la teníamos algo olvidada.

Para disfrutar China hay que mirar más allá de lo que ven los ojos. Gente vestida de pijama por la calle, otros escupiendo a discreción, filas en las que nadie respeta el turno, una conducción temeraria y sin más criterio que hacer lo que mejor le convenga a uno, una manera de hablar en la que apenas se dice gracias y siempre en un tono alto, casi regañándote. Por no hablar de la forma de hacer negocios. El dinero les importa demasiado como para pensar en otras cosas.

Con la idea de practicar deporte y cambiar de aires, hemos empezado a jugar al bádminton. La verdad sea dicha, no lo hacemos mal. Nuestros compañeros de cancha en la universidad en la que jugamos no nos miran riéndose de nosotros, cosa que se agradece. Estamos padeciendo el cansancio que supone este deporte que se juega con un volador, que no una pelota o bola. Hay que vernos como ingerimos después del partido una bebida isotónica de esas.


Sentir que una ciudad te abraza, te acoge, no es sólo cuestión de costumbres, también de compañía. Jael y Luciana (y eventualmente nuestra compañera de fútbol, Anna) son parte de nuestro rutina en Shanghai. Con salidas diurnas, nocturnas, diarias o semanales. Da igual la excusa, lo importante es compartir un plato de buenos noodles chinos. Y, para más satisfacción, el verano ya ha llegado. Y es que los giros de 180 grados existen. Tan pronto como el cielo de Shanghai no daba tregua a la lluvia, un día de la semana pasada comenzó a vislumbrarse un atisbo de luz. Y hasta hoy. En los últimos días el sol ha sido parte de nuestra rutina. El cielo azul, las altas temperaturas y las largas caminatas por la ciudad nos recuerdan a qué hemos venido hasta aquí.

En Jing´an es donde pagamos un alquiler mensual pero si de algún modo tenemos que situar nuestra casa, desde luego que ese sitio bien podría ser el Gran Meliá. Cubanos y españoles han hecho de este hotel un rincón con esencia latina que es difícil de esquivar. Liset, Eduardo, Ricardo, Juan, Raúl y una interminable lista de nombres nos acogen siempre de tal forma que la negativa nunca es una opción. El otro día conocimos el Havana Club, de la mano de Ricardo. Música cubana en directo, con mojitos y brochetas para los más hambrientos. Los chinos desplegando su arte para mover las caderas y los latinos disfrutando de la buena música y mejor compañía. Pero esto es sólo un aperitivo. La semana que viene llega Andalucía a Shanghai y el Gran Meliá (junto con el pabellón español en la Expo) serán los mejores anfitriones, tanto para la Junta como para nosotros.


La palabra de hoy es filosofía.

El orondo detective Bunks The wire con sabia experiencia dijo:"Es mejor tener suerte que ser buena persona".
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1 comentario:

  1. ¡Vay, vaya! parece que sí os vais adaptando a la filosofía china. Noodles, bádminton y hasta ¡PACIENCIA! Después de esto estareis preparados para casi todo.

    Esclaramunda

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