martes, 25 de enero de 2011

La cuenta amarilla

Cada una de las culturas que forman nuestro planeta tienen sus particulares festividades. China, tal vez por llevar la contraria, simplemente porque crecieron mirando a la luna, celebra sus navidades en lo que para nosotros suele ser la cuesta de enero. Una fecha que no tiene nada fijo, excepto los fuegos artificiales. Esta vez, su último día del año será lo que en occidente se marca en el calendario como 2 de febrero. Poco queda ya para que el Tigre deje paso al Conejo, un año que dicen es mejor quedarse en la retaguardia, observando y con escasos movimientos. Las colas para comprar billetes de tren son cada día más interminables. ¿Y quién no querría volver a casa a pasar las navidades con la familia?

Para nosotros el 2011 comenzó hace algo menos de un mes y como un propósito casi impuesto nos repetimos todos los ciudadanos el lema de ¨año nuevo, vida nueva¨. Por extensión, esta vez hemos cambiado de casa. Mismo barrio (ya tenemos localizadas las tiendas, la cancha de bádminton, las paradas de autobús), diferente sensación al entrar en casa. ¿Cómo puede cambiar tanto nuestra perspectiva en función del lugar dónde vivas? No se puede decir que hayamos tirado la casa por la ventana, pero hemos encontrado nuestro hogar en Shanghai. Mientras el frío de ahí afuera no mengüe y los grados bajo cero sean una constante, el mejor restaurante será el de casa.

A decir verdad, a veces hacemos excepciones, como la de ayer. La ocasión lo merecía… Una cena japonesa salida de una cocina liderada por Sami (un ex cocinero de Kabuki), acompañado de Maxime (el cocinero de MB en Shanghai), Simone (un manitas de la gastronomía occidental) y Reinaldo (a cargo de La Finca). Mónica, Galo y Borja miraban atónitos el dominio del chef japo que acababan de descubrir. Faltaba arroz y sobraba pescado, ¿cuándo ha sido eso un problema? Los “makis” y “temakis” tenían ese encanto de probarlos al ritmo de las clases magistrales. Acompañado de Albariño, tinto y cava. Si me preguntan cuál es el mejor restaurante japonés de Shanghai, guardaré el secreto.

El aumento gradual y constante de la presencia china en España parece reducir la distancia que separa ambos países. El lunes 24 de enero abrió el ICBC (Industrial and Commercial Bank of China) una sucursal en Madrid. Quizá, sea una noticia menor para algunos, anodina para otros, sin embargo, para todos aquellos que tengan alguna relación comercial con el gigante asiático y para nosotros puede ser de lo más práctico. Éste bien podría ser “Tú otro banco”, pero de color amarillo.

Llevábamos camino de volver a faltar a la cita con Fitur (Feria Internacional del Turismo), por suerte, contábamos con la ayuda de unos colaboradores muy especiales y hemos “estado” viajando de mostrador a mostrador. Muchas gracias por todo. Ahora sólo falta que cuaje algún proyecto…y ¡a viajar!

Este año no hay excusas para estudiar chino. No resulta fácil hablarlo, una mala pronunciación te puede jugar una mala pasada y escribirlo es una quimera. Su lógica aplastante y su pragmatismo esconden bellos secretos acerca del pueblo chino, por eso resulta una lengua tan interesante. Vamos a intentar descubrir alguno de ellos, siendo conscientes de que requiere tiempo, esfuerzo y paciencia. El reto es ir a la sucursal del ICBC en Madrid y decir que queremos abrir una cuenta corriente, en un fluido mandarín.

Palabra: expectativa.

Al gurú Steve Jobs le gusta la frase de Henry Ford "Si les hubiera preguntado a mis clientes lo que querían, me habrían dicho: 'un caballo más rápido". A nosotros también, pero no tenemos iPhone.

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