sábado, 31 de enero de 2009

Un rincón, un post-it


10.080. Esos son los minutos vividos en Beijing. Cuando llegamos el viernes pasado, no sabíamos qué ocurriría con nosotros a día de hoy. No era tan difícil… Siete días de experiencias con un gran aluvión de información que chocan en nuestra concepción del mundo pero que resultan comunes en la vida de los chinos. A Zhongguo vinimos para encontrarnos y éste puede que sea el mejor sitio para hacerlo. Una parada de autobús improvisada en medio de una gran avenida y un lenguaje creado por símbolos convirtieron nuestro traslado al hotel en un desierto de conocimientos. ¿A qué habíamos venido a Beijing? Tal vez, la certeza de la comprensión no iba a ser nuestro equipaje pero habíamos facturado 62 kilogramos de ilusión.

La maleta ya está abierta en medio de la habitación y nos acompañará en cada uno de los rincones que recorramos. Cogimos el avión con la intención de quedarnos. Abrir una cuenta bancaria, recibir una llamada a nuestro número chino y empezar a buscar piso ha cambiado nuestro modus operandi de Madrid. No es mejor ni peor, simplemente diferente. Una experiencia que deseábamos los dos desde siempre y que, por fin, hemos podido llevar a cabo. Películas, libros, noticias… Toda esa información se quedaba corta a nuestro alcance y una conocida marca de joyas hizo posible nuestra utopía. Siete frías noches nos hacen reflexionar desde la distancia y valorar todo lo que dejamos, todo lo que algún día volveremos a encontrar.

La despedida en Madrid fue rápida, sin tiempo para demasiado. El día 22 no estaba muy alejado de nuestras navidades y nos obligaba a poner la cuenta atrás antes de lo que nos hubiese gustado. Pero ese día no lo determinó el azar. 72 horas más tarde, el primer domingo que íbamos a pasar en Beijing, era la víspera de la Fiesta de la Primavera y haciendo honor a esa impaciencia que nos caracteriza decidimos no dejar para el año que viene lo que pudiésemos hacer en el 2009. Los petardos, dragones y motivos de color rojo han venido entrelazados con un gran movimiento migratorio de los núcleos más rurales de este gigante dormido. Nuestros desayunos en el hotel, un lugar acogedoramente chino, se han transformado en un comedor donde la lucha por el yogur y las tostadas es nuestro máximo objetivo. Al grito de “Banzai”, nosotros pedimos los platos más occidentales al camarero y los locales se lanzan a por nuestra comida. Eso sí, siempre sin perder la sonrisa y dispuestos a movilizar a dos mesas para proporcionarnos una silla y un espacio para empezar el día. Entre nosotros… estamos deseando volver a esa tranquilidad en la que los churros nos esperaban ;p

Después de siete días de descubrimiento por las amplias calles de Beijing podríamos escribiros acerca de infinidad de detalles que nos diferencian de los que actualmente son nuestros vecinos. Lo que igual no os imagináis es que también existen muchas similitudes entre ellos y nosotros. La globalización, guste o no, ha llegado a todos los rincones del planeta y, por estas latitudes del globo la Coca Cola gusta. Gusta mucho.

Estos días hemos entendido un poco más a los famosos. Causamos más que admiración entre el pueblo chino. El disimulo brilla por su ausencia y el divertido descaro se convierte en el mejor aliado para el chino armado con su cámara que quiere retratar a ese par de extraños para luego poder enseñárselo a sus amigos. Al llegar a la habitación y descargar las fotografías en el ordenador, nos damos cuenta que nosotros hemos hecho lo mismo con ellos. Poco a poco empezamos a tomar conciencia de cómo este viaje nos está cambiando y aprendemos a ponernos en el lugar del otro.


Las noticias que llegaban a nuestros oídos sobre la realidad china cuando estábamos en Madrid eran ciertas, sí, pero no decían esa verdad que, por suerte, estamos descubriendo de primera mano mientras paseamos por la ciudad de Beijing. El gélido frío que nos ha recibido no es excusa para no salir de la 8649, nuestro centro de operaciones. Un espacio multidisciplinar con dos portátiles, dos discos duros externos, dos iPods, unos altavoces, tres cámaras, un trípode, dos grabadoras, tres móviles, dos marcos digitales y toda una retahíla de cables, conviven con una nevera improvisada en una bolsa de Opencor atada con un mosquetón a la ventana. Un gran plano de la ciudad lleno de post-it empapela nuestro hogar.

Vivimos en el distrito de Chongwen, al sur de la ciudad y dentro del segundo anillo. Para entendernos, una especie de M-30 con la longitud de la distancia que separa Madrid de la A Coruña. Como ese anillo hay seis, así que no hace falta que os digamos que las dimensiones de Beijing se nos van de las manos. A pesar de que el tráfico no es tan denso como nos habíamos imaginado, ser peatón por esta mega urbe es lo más parecido a practicar un deporte de alto riesgo. Aún no hemos conseguido descifrar el código de circulación que rige por aquí, cruzar la calle es una moneda al aire, que no dudamos en tirar para saber su respuesta. El claxon, que tanto gusta tocar a los conductores de Beijing, nos advierte que el semáforo nos es más que un elemento decorativo al que nadie parece tomarle la consideración que merece.

Recordamos España porque cuando viajamos, inconscientemente, tendemos a comparar lo descubierto con lo conocido. Con los pies en el suelo y la objetividad por bandera, tratamos de entender, no ensalzar a los chinos. Sin que ello nos impida disfrutar de cada instante entre tanta gente de ojos rasgados.
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5 comentarios:

  1. ¡Una semana! ¿Y ya escribís así?... cuando llevéis un año... ;-)

    Me ha gustado mucho este escrito. Creo que vais a dejar pasmaos a la Guía Pilot.

    Un abrazo.

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  2. Es una pasada como escribis (a por todas) animo....estamos con vosotros aunque no os hace falta os sobran ganas y fuerza para comeros el mundo.A todas las personas que le decimos lo que estais haciendo nos dicen que valla unos huevos que teneis, y claro a nosotros se nos pone una cara de satisfaccion por el trabajo bien hecho y se nos nota el orgullo que sentimos.me a gustado muchoooooo el comantario de hoy,cada dia os estais superando a marchas forzadas.muchos besossssssssssssssssssssssss.(eolo)

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  3. Hola primos. Veo que os va todo maravillosamente y que no estais olvidando el español. Yo por mi parte estoy olidando el poco chino que aprendí con Galo; a ver si me enseñais cuando os visite :)
    Besos¡

    Álvaro

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  4. Me encanta... es precioso... cómo me gustaría estar allí. Estoy contando los días hasta que llegue septiembre y me tengais allí entre los cojines del salón... Jajaja!!!!

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  5. Hola Galo y Mónica, me ha encantado una foto que ví desde el primer día, y sobre todo su título, Wally está muy guapo¡¡¡. bueno son todas muy bonitas y curiosas, (Te había escrito el comentario en la foto)pero un pajarito me dice que mejor te escriba aquí). Oye desde aquí te digo, os digo... ¡ENHORABUENA! por esta nueva andadura que habeis decidido hacer. Nos estais abriendo una ventana super a China y a vuestras experiencias por lo que os doy las gracias. A papa Galo se le cae la baba cuando habla de su vástago aventurero y no es para menos. Me encanta navegar por China a traves de vuestros escritos y fotos. Os deseo lo mejor y toda la felicidad y aventura en vuestro gran viaje.
    Con todo cariño. Clara 60.

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