25 de Julio.
7.00h a.m. No sin esfuerzos salimos de la cama para dirigirnos al aeropuerto de Madrid. Las caras, un poema que no vamos a describir por el respeto que nos tenemos entre nosotras. No faltaron las llamadas de última hora: la puntualidad no es nuestro fuerte. Primer destino: Helsinki.
14.30 hora local (lo de las horas tiene su misterio). Llegamos a Helsinki y lo primero que hicimos fue acordarnos de la sudadera que cada mamá nos había empaquetado esa mañana. Sin perdernos ni un minuto por el aeropuerto nos fuimos al centro de la ciudad (5 horas de escala sin WIFI dan para mucho).
26 de Julio.
8.30h esta vez de Pekín. Tras comprender definitivamente el significado del jet-lag y cargadas con un fajo de Yuanes que ya quisiéramos que fuesen euros, llegamos al destino. Entre la multitud de no más de metro sesenta se distinguía perfectamente a Mónica. Habían pasado unos cuantos meses desde la última vez que nos vimos en Madrid pero parecía que nos habíamos visto el día anterior. Después del reencuentro nos subimos al taxi que nos llevaría a la casita de nuestra primera amiga independizada. Parecía que nos íbamos a estrellar!! Con cara de susto las tres y... Mónica, más que acostumbrada se partía de risa.
Las primera impresión general fue muy distinta a la que pensábamos encontrar. Aunque habíamos visto fotos, habíamos leído cosas sobre Pekin y nos habían hablado de lo que íbamos a ver, nos encontramos con un país tan distinto que nos impactó mucho. Lo que más nos chocó en un primer momento fue como, en pleno Julio, el sol brillaba por su ausencia y en su lugar había lo que podríamos llamar “luz incómoda”, de ahí que la naturaleza, muy sabia ella, haya reducido el tamaño del ojo chino. Paseando por la calles te das cuenta de lo diferente de esta ciudad: en pocos metros pasas de un centro comercial plagado de tiendas en las que no te atreverías a pasar con tu miserable paga en Madrid, a barrios que ya no se ven en la capital española. Un consejo: si vais a Pekín no os fiéis de los estudiantes de bellas artes (que por cierto, debe estar muy de moda porque te asaltan por todas partes), ya que, pobres confiadas, casi acabamos siendo un rollito de primavera, eso sí ESTUPENDO, por conseguir nuestros nombres en caracteres chinos.
A lo que más nos costó acostumbrarnos en un principio fue a las avanzadas técnicas de ventilación e higiene chinas: los baños comunitarios en los que aprendías a compartir espacio vital o el empeño por enseñar torso del hombre chino.
Sin embargo, en tres o cuatro días nuestra visión sobre el país cambió radicalmente: la hospitalidad de su gente que siendo tan diferente te acoge como a uno más, el encanto de sus calles...La verdad es que nuestra misión aparte de visitar a nuestra amiga era hacernos una idea de cómo se vivía en un lugar tan distinto y lejano para nosotras. Quizás eso era más importante que hincharnos a ver monumentos.
El país del “no hambre” se convirtió en el del querer comer. Le cogimos el gusto a la comida no china....tailandés, vietnamita, Italiano...Francamente, empezamos a frecuentar estos restaurantes alternativos para no ver a la pobre Yoli empleando el método del ataque a la empanadilla (consiste en trinchar el alimento con un palillo chino a modo de pincho moruno). Pero no todo fue fácil para las “Team- Putón”: desde asarse “like a pollo” a mojarse “like a noodles”, hasta los 5000 m mariposa que tuvo que franquear María para conseguir comprar las entradas a la Ciudad Prohibida, mientras Lara, no sin peligro, sujetaba los bolsos en tierra firme.
La llegada de Jose nos activó a todos (no sé por qué porque este chico es muy tranquilo). Mentimos, a todos menos a su despertador del móvil....
Una de las cosas que más nos cautivó fue ir al mercado de las falsificaciones para comprar millones de regalitos (propios la mayoría...). La parte divertida era la de “casi llegar a las manos” para conseguir un buen precio (aunque no todo el mundo opina lo mismo). Primero te llamaban guapa y al final de la negociación eras el mas feo de la historia. A la que te descuidabas te tiraban la calculadora a la cabeza y más si les ofrecías 5 euros por un sony vaio( ahí estaba justificado). Lo de “español tacaño” se lo aprendieron bien. La parte mala, aguantar a María comprando relojes...
En cuanto a visitas lo que más nos gustó fue la muralla china, donde demostramos nuestro trabajado estado físico (para algo llevamos tiempo apuntadas al gimnasio). El templo del cielo tenía un encanto muy especial y la Ciudad Prohibida nos pareció una pasada. El Palacio de verano no nos entusiasmó demasiado pero debieron de ser las circunstancias ya que tuvimos que sobrevivir a un diluvio universal con una cebra a cuestas (Jose: un padrazo cebra pa´riba cebra pa´bajo).
Y... aunque no venga a cuento tenemos que decir que nunca olvidaremos el olor “difícilmente digerible” del carrefour....toda una experiencia.
China nos ha ido cautivando poco a poco. Este es uno de esos viajes difíciles de olvidar y que se valoran más cuando te vas de allí. Una pedazo de experiencia “tenti” vivida junto a nuestra querida “tuentiamiga” Mónica y nuestro preciado “trentiamigo” Galo.
Gracias por todo Moni. Te queremos ver pronto por Rivas.
wuold you visit Indonesia
ResponderEliminarSaludos desde Chile.
ResponderEliminarEs realmente hermoso lo que veo.
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Exelente Blog, exelente material, gracias por el aporte.
ResponderEliminarSaludos desde Chile.
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