Después de coger dos aviones (catorce horas de vuelo), de recorrer diez mil kilómetros de distancia y de hablar durante el segundo vuelo (desde Amsterdam a Pekín) con un hombrecillo Cubano mas salao que nada, llegué el día cinco de agosto al aeropuerto de aquel país desconocido para mí hasta ese momento esperando encontrar a esa pareja de grandes amigos y a esa otra persona tan especial para mí.
Estos nueve días han dado para mucho. El primer día estuvimos en el distrito 798 disfrutando del arte Chino. Vimos algunas esculturas curiosas y otras un tanto “insinuosas”…Otro día hicimos una excursión muy típica y especial de esas que son de “asistencia obligatoria”; La Gran Muralla China (con chofer suicida al volante, por supuesto).En esta aventura hacia una de las maravillas del mundo nos acompañaron los noddles, los híbridos de patinete con los que bajamos la montaña, las maravillosas vistas y el calor, ¿A que sí Maria?Al día siguiente estuvimos en la Ciudad prohibida gracias a ese reventa que nos “ayudó” a no estar una hora en la cola y… nos encantó. No teníamos mucha idea de la historia de ese lugar ni tampoco demasiado tiempo para documentarnos pero tuvimos la gran suerte de encontrar a un hombre que nos informó de todo en un momentito y así pudimos dotar de sentido a aquella increíble visita.
También estuve en el Palacio de Verano con mi cebrita (que bonita es). Sobreviví a una importante chupa de agua de la cual salí vivo gracias a la inestimable ayuda de María (si no es por ella beso el suelo).
El paseo nocturno de Tian´anmen en bicicleta me encantó aunque es difícil conducir sin toparse con nadie en ese caos de ciudad y, también he de decir que es complicado que mi querida amiga Valentina Gómez no se pique conmigo durante los trayectos en bici…
Otro sitio digno de mencionar es el Templo del Cielo. Fue toda una experiencia jugar con aquellas tres señoras, a las indiakas… dábamos toques con los pies y piernas, sin que tocara el suelo y…mi amigo (que tenia mono de fútbol) se fue, con dolor de cuello… ejem ejem.Por último he de hablar de la Villa Olímpica. Me gusto mucho pero pasamos un calor increíble. De ese día no olvido las charlas de política, las críticas hacia las mujeres chinas por su vestimenta, etc. A que sí Moni?
Gastronómicamente puedo decir que la comida que probé en Beijing es muy diferente a la que nos ponen en los restaurantes chinos que he probado en Madrid. El mejor que probé allí fue el restaurante Dadong donde nos zampamos a 3 pobres patos cocinados a la Pekinesa.
También me encantaron varios restaurantes asiáticos; Vietnamita con sus vistas al lago, Taiwanés en San Littun (o como se escriba) y alguno más.
Nunca olvidaré ese masaje que nos machacó (sobre todo a mí y a Lara). Siempre me quedará la duda de si nos hizo la técnica buena o todo aquello fue que le caímos mal… También tengo que mencionar a los taxistas que me llevaron acojonado durante toda mi estancia allí y aquel viaje en tuc tuc que nos dejó llenos de m….
Para ir finalizando tengo que contar que cuando se fueron el trío de las inseparables hubo una pareja que me acogió en su humilde morada. Fueron unos excelentes guías y mucho más que eso: una compañía inestimable.
Espero veros pronto y así tener esas tertulias futbolísticas, políticas y, cómo no, críticas sobre el queridísimo Berlusconi… jajaja.
Galo; la presión constante existe y… sino que nos lo digan a ti y a mí… jajaja.Moni; espero comerme pronto una tabla de quesos contigo.
Un fuerte abrazo desde Madrid.
jajaja me alegro de haber sido una salva vidas de jose y cebra jajaj y de q recordeis todos lo agotadoras q m parecieron las escaleras XD
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