domingo, 11 de abril de 2010

Tiempo fugaz

Seis de la tarde. Un viernes cualquiera para los chinos, un comienzo de fin de semana especial para nosotros. Ahí estábamos esperando en la puerta de “Salidas” del Aeropuerto de Pudong de Shanghai, con los abrigos puestos. El avión de Madrid llegó antes de lo esperado, como si las ansias de los pasajeros marcasen el ritmo del vuelo. Mientras que para Maria José iba a ser una primera toma de contacto con este dragón asiático, para Candy y Antonio sería el viaje que cerciorase la realidad que vivieron hace un año (sin olvidar las estancias previas más atrevidas del español más chino ;p ). Cansados pero con ganas de comer las primeras empanadillas de una gran retahíla de cestos de bambú que ocuparon nuestras mesas.

Los reencuentros son un regalo. El primer abrazo es el comienzo de nueve días que constituirán recuerdos. La espera es larga pero sin embargo se marchan rápido. ¿Hemos aprovechado al máximo cada minuto con ellos? Esperamos que tanto como ellos con nosotros.

Shanghai tenía mucho que ofrecerles. Nanjing Lu (“Ninja” para la más creativa) descubrió la cara más comercial, Yuyuan y sus puestos de cangrejos fritos nos llevaron a la cultura española de “la tapa” y El Bund nos ofreció unas vistas inmejorables desde una de las mejores terrazas de los antiguos edificios coloniales. Pero Shanghai también es futuro y el SWFC es su abanderado. Subir a la planta 100 del edificio más alto de la ciudad, con una peculiar forma de abre botellas, nos dejó a todos boquiabiertos. Sientes cómo esas pequeñas hormiguitas que luchan por el desarrollo de su país pueden comerse el mundo. Nada les puede parar. Piensas en unirte a ellos.

Pero este viaje tenía una segunda parte. Volvimos a despedirnos en el aeropuerto aunque esta vez nos encontraríamos tres horas más tarde en otra de las ciudades más apasionantes del mundo: Hong Kong. Este rincón chino, que puede presumir de tener un skyline que emociona a los viajeros, nos abrió a un nuevo concepto asiático. Aquel del lujo, del caos, de la influencia colonizadora. Aquí las tiendas de las grandes marcas tienen que colgar el cartel de “lleno” y los compradores deben hacer cola para entrar. Aquí las calles se decoran con luces y mucho ruido que favorecen la vida nocturna. Aquí los ingleses tienen una herencia cultural y monumental que es difícil esquivar. Y es que la carrera de caballos nocturna nos dejó tan boquiabiertos como el Gran Buda de Lantau.


Se unieron al grupo Elena y Borja, cansados de playa y con ansias de ciudad. Juntos, disfrutamos de unos mojitos en Lan Kwai Fong, de la experiencia de subir al Peak para sentir que estábamos en Andorra (la niebla y el viento fueron los aguafiestas) y de comprobar cómo los domingos las filipinas abarrotaban las calles de Hong Kong para disfrutar de su día libre. Las sobremesas las marcaron las comidas del cangrejo típico y los tallarines de aquel restaurante con la camarera más “agradable” que nos hayamos topado. Y como no podía ser de otro modo, las empanadillas del Din Tai Fung marcaron la despedida.

Nueve días que volaron tan rápido que aún sentimos vuestra presencia en China. ¿Se puede saber quién inventó las despedidas?


Bruce Lee apuntó “en el caos busca la simplicidad y en la discordia la armonía”.


La palabra de hoy es: AZAR



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3 comentarios:

  1. Es verdad, qué fugaz ha sido pero ¡qué bonito pasar estos dias con vosotros!

    Esclaramunda

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  2. Que post, más bien escrito, felicidades!!.
    Ahora estan pasando muchas cosas por alli, no solo la Expo, la F1, los "cercanos" terremotos; sé que estais bien, pero seguro que afecta.
    seguid disfrutando mucho.
    Un beso Victor.

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