domingo, 13 de marzo de 2011

Naturaleza cruel

Desgraciadamente en los últimos días sólo se habla del terremoto, que ha derivado en tsunami, que ha asolado Japón y ha hecho saltar las alarmas en una gran parte del Océano Pacífico. Además de las víctimas y los daños materiales, hay que sumar el peligro de un proceso de fusión del núcleo en dos reactores de una central nuclear. Las imágenes que emite la CCTV News hablan por sí solas. Lo que parecía un temblor de tierra común (Japón se encuentra en una zona sísmica extremadamente activa) se ha convertido en la mayor desgracia vivida en el país del Sol Naciente desde el año 1945. Desde la distancia, a pesar de estar en Shanghai, uno no puede imaginarse lo que deben estar padeciendo la población nipona. Miedo, incertidumbre, angustia, dolor y una gran tristeza por todo lo ocurrido y por lo que vendrá. El número de fallecidos aumenta con el paso de los días. Un muerto es una familia destroza. En Japón, de una u otra manera, a todos los habitantes les ha afectado lo ocurrido.

¿Quien habló de justicia? La vida es caprichosa y, mientras suceden los días posteriores al terremoto y el tsunami, los países se ven forzados a no parar un ritmo impuesto por una economía en crisis. Ofrecen ayuda y miran a sus adentros, continúa viviendo. En Shanghai, algunos periódicos recogen que en ciertas partes de la ciudad se pudo sentir el seísmo. No fue nuestro caso, que nos enteremos de la catástrofe al llegar a casa y ver las preocupaciones de los familiares y amigos en formal email. Nuestra vida sigue, con tristeza, pero aquí nadie ni nada se detiene.

En el siglo XX Japón ha tenido que levantarse y reconstruirse, mostrando una gran fortaleza y entereza. Es de admirar la capacidad de sufrimiento de este pueblo. Cada lágrima derramada es un pilar levantado para sostener el nuevo Japón.

Palabra: luto

Las palabras de George Washington nos parecen muy acertadas para esta situación: “Permite que tu corazón sienta el sufrimiento de los demás”.

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