Comer pato laqueado en Beijing se ha convertido en una excursión más para nosotros. Igualarlo a la Gran Muralla es una realidad y las visitas siempre han apreciado el verdadero espectáculo de cuchillos y palillos que se mostraba en ese salón minimalista. Un pato por pareja, esa era la medida. Puffff…. Algo más que un cochinillo para cuatro en una cena de navidad.
Tan “hao chi”, como dirían los chinos, son las famosas empanadillas. Rellenas de carne, gambas, cangrejo o verduras. Con masa de pan o de pasta. Las opciones son innumerables y elegir puede resultar una ardua tarea para los indecisos. Servidas en canastillos de bambú y con una presencia impecable. Entonces todos nos hacemos la misma pregunta… ¿Cómo se harán estos saquitos? Por experiencia propia diré que es más fácil hacer una docena de esos patos laqueado que un solo saquito de ese manjar. Su textura, su olor a frescor y su explosión de sabor en tu paladar te introducen en una dinámica glotona de la que será complicado parar hasta que no quede ninguna.
El pato y las empanadillas, dos secretos muy bien guardados que echaré de menos en España. A la pregunta de por qué no saben igual, es sencillo contestar. El lugar, el ambiente que se respira no es el mismo. Y es que hay que viajar 10.000 kilómetros para comprobarlo.
Pero como no todos los días podemos disfrutar de esos restaurantes (y todo hay que tomarlo en su justa medida), experimentamos en nuestra propia cocina. La tortilla de patata y el amagante giro de muñeca ya está controlado pero ahora nos hemos lanzado a otras recetas nacionales como el cocido. La primera vez estaba rico, pero pudo ser que tuviésemos suerte. Quisimos repetir y el resultado fue el mismo… ¡Ya tenemos remedio para combatir el frío! Hace un año, no sabíamos hacer más que ensaladas y filete con patatas y hoy podemos decir que ya hemos aprendido lo que es la independencia.
Durante los días previos a la celebración de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, las noticias sobre el Gran Dragón se sucedían. “El Gobierno chino prohíbe escupir en la vía pública”, informaba el telediario de turno. “Las autoridades municipales de Beijing instan a los ciudadanos de la capital a que no salgan a la calle vestidos con el pijama”, “Se castigará, incluso se sancionará económicamente, a aquellas personas que no respeten su turno en una cola”, leíamos en los periódicos de aquel deportivo verano. Mucho se dijo también de la contaminación, de la emisión de CO₂ procedente de las fábricas que custodian la ciudad, donde se manufacturan los productos “made in China”. El precio de la mercancía lo marca el país donde tenga lugar la compra. ¿De verdad somos tan listos los occidentales?
Desde la distancia, no podía creer lo que dictaba el ente que aspira a ser el primer poder. Sin embargo, pasaron unas horas en Beijing y me di cuenta de que se quedaron cortos, pero comprendí el alcance de todas esas medidas como un intento de parecerse a nosotros ¿Por qué? Nos hemos pasando tanto tiempo diciendo que somos los mejores que nos lo hemos creído nosotros y ellos.
Escupen con pasmosa indiferencia en medio de la calle, rodeados de miradas (cómplices). Aquí no hay espacio para el qué dirán. Todos hacen ¡Puag! Increíble resulta ver como se cuelan. Existe un ley tácita que te permite colarte si el otro no se da cuenta. Se acepta con deportividad. Este cansado fenómeno tiene lugar en todo tipo de establecimientos, situaciones, sin importar la moralidad, ética, legalidad, que implique la acción. Los segundones no tienen cabida en un país de 1.300 millones habitantes. Esta hostilidad la compensan con la simpática imagen de un matrimonio paseando al perro (hemos llegado a ver patas de perros con deportivas estilo Converse All Star) vestidos con un elegante pijama cada uno.
Grandes amantes de las aves, las sacan a pasear y las devoran a partes iguales. Resulta curioso ver a hombres y mujeres con sus decorativas jaulas habitadas por un pájaro paseando por la calle como si la historia no fuese con ellos. Más grima da ver un pequeño cajetín ocupado por un peludo grillo de considerables dimensiones, teniendo en cuenta lo escaso de nuestro conocimiento sobre el grillo. Cric-cric (o como haga aquí este animal).
Barack Obama dejó unas pinceladas en su visita a China: “Cuanto más libre es la información, más fuerte es la democracia”.
Pero ¿Qué me estais contando? ¿Que a los grillos también los sacan a pasear? ¡¡¡Son la monda estos chinos!!!
ResponderEliminarEstoy deseando probar esas empanadillas. En cuanto esteis aquí teneis que hacer una "degustación", pero no al estilo F. Adriá o similares, es decir, nada de "suspiros de" "secretos de" o "esencia de empanadilla" ¡¡¡EMPANADILLAS de verdad!!!
Esclaramunda
Los garbanzos tienen buena pinta,pero esas empanadillas,que ricas,tendremos que hacer los 10.000 km para volver a comerlas.
ResponderEliminarLo del chino sacandose un moco....ya les vale a los chinos que guarretes son.
(mili)
Hoy estabais muy contentos,me alegro mucho de veros así.
ResponderEliminarQue guapos vais a ir con esas chaquetitas.
Ya tenemos ganas de ver las maletas preparadas en la puerta,pero muchas, muchas ganas...
besitos
(PILI)