miércoles, 4 de noviembre de 2009

¡Qué cosa!

T3 de Beijing, increíble lo moderna que es, bueno no tan increíble ya que se parece mucho a la T4 de Madrid, pero hemos recorrido 10 mil kilómetros… y en esa que parece ser la tontuna turista (una variante del síndrome) nos esperábamos un aeropuerto con techos de pagoda o algo así …catetos a más no poder!

Al llevar ya casi 3 semanas en Madrid he tenido modo de asentar mis emociones y confirmar lo que desde el primer día empecé a sentir…Cuando llevas tiempo viajando, cuando has recorrido casi las 4 esquinas (la tierra tiene esquinas?) del mundo te das cuenta de que vayas donde vayas somos todos iguales y todos diferentes a la vez.


Nada más llegar ya me siento en casa, el teneros allí desde luego ha ayudado y la acogida que nos brindaron David y Laura hizo que nos relajáramos, pero comprobar día tras día que estemos donde estemos podemos sentirnos parte de ese lugar es genial… Esa familiaridad hace que desde el minuto uno me sienta cómoda como para poder expresar mi admiración, descontento o critica sin pensarlo, tal como sale del alma. …todos iguales decía no?? Pues NO! Y para marcar las diferencias el gobierno chino, el día antes del super desfile (que una vez acabado tendremos oportunidad de poder volver a ver un millón veces, por si se nos había escapado algún detalle o no nos había quedado claro el poderío del gigante rojo), dispara unos misilillos para que llueva todo lo que tenga que llover pero que luego deje un cielo despejado durante una semana… Occidente chúpate esa! La verdad es que no podemos evitar la típica frase de “esto no puede ser bueno”… pero nos viene de perlas, ya que hemos sido unos turistas casi suicidas en visitar Pekín y coincidir con su GRAN SEMANA de vacaciones, pues por lo menos que nos haga bueno…

En fin, que si estás de vacaciones en Pekín lo suyo es ver la muralla, la ciudad prohibida, la plaza de Tian´anmen y si eres chino pues igual, así que nos juntamos 20 millones de pekineses de vacaciones más nosotros 7, oleee oleee… así nos va…. gente, gente, gente y más gente… venga empujar, venga escupir, venga colarse…en todo momento se me viene a la mente la semana de Reyes y la Puerta del Sol… igual… venga empujar, venga escupir, venga colarse… pero, sin ojos rasgaos y sin farolillos, que oye ya que estamos tienen su punto, y el paisaje mola más… no hay día que no nos acostemos destrozaos de cansancio, las distancias marean, pero tiene que ser así, como vas a hacer una mini plaza en una macro ciudad?? Ciudad grande, plaza grande, te hace sentir pequeñito y perdido, pero a estos chinos entre tanta grandeza no se les escapa detalle, lo tienen todo controlado, y acabamos un poco hartos de tantos controles. Cada vez que cogemos el metro tengo la sensación de que lo próximo que me van a pedir es hacer un check-in para acceder al andén, hay uniformes para TODO. Ser vigilante o guardián de algo parece ser el trabajo chino por excelencia, pero entre nosotros, digo yo que de alguna manera habrá que controlar el paro, a la gente le tienes que dar un trabajo, pero no uno cualquiera, que la gente tiene su orgullo y quiere sentirse útil y más si tiene en el corazón tanto amor patrio… ”Toma te colocas el uniforme y te nombro controlador de bolsos a la entrada del metro…” y ahí están tan tiesos y orgullosos. Controlando y vigilando.



Agotados, pero bien alimentados eso sí… al viajar si algo he aprendido es a probar todo lo que puedo de la gastronomía local, porque de los edificios, los colores y las gentes te llevas fotos, recuerdos y souvenirs varios, verdaderos o "falsos", pero lo que no te puedes llevar son olores y sabores. Esos se quedan donde están... así que me lo como todo saboreándolo a fondo. Descubrir lo nuevo, texturas, especias, olores, llego a la conclusión de que me encanta todo. El pato, el arroz, los tallarines, todo nos resulta tan familiar y tan diferente a la vez...

Nos volvemos con mil fotos, mil risas, quinientos refunfuños y un millón de recuerdos.

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