lunes, 16 de febrero de 2009

Próxima estación...


Salimos de casa dispuestos a caminar bajo las frías temperaturas. 25 minutos nos separan del metro más cercano pero, en una ciudad tan inmensa como Beijing, debemos aliarnos con él si queremos descubrir, viajar hasta el lugar de destino. Estación de partida: Ciqikou, un nombre que nos sonó a chino los primeros días pero que ahora conseguimos identificar en boca de los locales.

Si entrar en el metro de Madrid estabiliza tu temperatura corporal, aquí, lejos de calentarte, el viento que corre por sus pasillos consigue que el frío te acompañe hasta entrar al vagón. Un primer control de seguridad en búsqueda de objetos sospechosos (sabremos algún día si el peligro aquí proviene de los mismos utensilios), un máster en la compra de un ticket de viaje y, por fin, nos encontramos en el andén. Las altas puertas de cristal que nos separan de las vías nos muestran la modernidad de las instalaciones, aquellas que fueron de gran utilidad para los visitantes de los JJOO y los turistas. Y es que el metro de Beijing es nuevo, limpio y rápido, pero poco útil para aquellos que quieran alejarse de los grandes monumentos. Una boca de metro que parece esconder una Ciudad Prohibida pero, a su vez, una distancia de cinco kilómetros en los que no hay transporte público subterráneo que te acoja.

Beijing no está pensada para los peatones, demasiado pequeños e insignificantes para una ciudad concebida para emperadores. La construcción de su red de metro supone un intento de humanizarla y de recortar sus distancias. Aún insalvables. Nosotros estamos muy mal acostumbrados, el Metro de Madrid vuela.

Chongwenmen. “Por favor, vayan preparándose para su llegada”. Una frase que pronunciada en su lengua podrían hacer pasarnos de estación, pero su traducción al inglés nos ayuda y nos recuerda aquellos inicios del mes de enero. Echar la vista atrás, descubrir lo que hemos evolucionado y pensar en todo lo que nos queda por mejorar. Una parada en el camino que nos calienta. Ahora sí, podemos quitarnos el abrigo.
.
Dongdan. Lugar de encuentros clandestinos, fugaces, entre homosexuales que se citan a través de internet para practicar un amor prohibido. Fue aquí donde nos percatamos del verdadero alcance de la palabra transbordo. La línea 5 (morada) se cruza con la línea 1 (roja) en un entramado laberíntico de pasillos atestado de gente y que no parece tener fin. Una vez dentro del vagón…olvídate de tomar asiento. Las flechas de Cúpido han encontrado en las parejas de Beijing ren a sus más fieles seguidores. San Valentín aquí si que importa y cada gesto de él o de ella bien podría valer esa rosa que hoy parece florecer en las calles de esta nuestra ciudad. El trayecto continúa su curso.


Tuanjiehu. Parada que nos obliga a caminar hasta nuestro destino. La zona de Sanlitun desde un principio te acoge, te alimenta y te divierte. Un lugar para los que no se atreven a inmiscuirse en la urbe china pero que también quieren disfrutar por un puñado de yuanes comiendo empanadillas y noodles en restaurantes aparentes. Grandes avenidas que muestran sus bonitas caras pero tras las que se encuentran los mejores rincones. Bares, restaurantes o tiendas chinas que te alejan del lujo de los coches de marca y donde las bicicletas hacen de guías.

Jishuitan. El Norte de la ciudad nos presentó su lado más tranquilo a orillas de un lago que nosotros descubrimos congelado. Uno de los dos incluso caminó sobre él y disfruto como un niño. El paseo por esta zona tiene una parada de obligado cumplimiento, El club Obiwan.

Estas son unas cuantas paradas de un metro escaso. Hay otras, cada una con su historia y con su qué ver, qué hacer, qué comprar y qué comer, una vez en una superficie que te congela la cara. Aparentemente todos los metros del mundo son iguales, solo cuando desciendes a su interior descubres sus diferencias. El metro de Beijing no es peor que otros, pero tampoco mejor. Al igual que los números de los edificios en las calles, el metro de Beijing no sigue un orden lógico. Aquí, a la línea dos la sigue la seis y a ésta la número ocho. ¿Dónde se quedó el tres, cuatro, siete o nueve? Escépticos con los números pero también con los colores. La línea roja en un mapa, pasa a ser gris en otro. ¡Así, no hay quien se entienda! Pero viendo el percal, preferimos de momento no adentrarnos en el sórdido mundo del autobús… Como tontos no son los chinos, nuestra curiosidad crece cada día. No debéis olvidar la importancia que tiene aquí la lógica de los símbolos.

2 comentarios:

  1. Hola hola me a encantado como contais vuestras esperiencias,las cuales hacemos nuestras,Moni no te enfades pues ya me conoces y no es critica sino ganas de que estuvierais ya triunfando (aunque todo yegua)ya me encantaria que todos los dias escribierais y que se quedaran locos los chinos de como ablais pero no importa hay tiempo para todo asi que tranquilos y despacio que las cosas con cabeza salen mejor,toda la fuerza que hos pueda dar por mi parte y que pronto estaremos com vosotros paseando por ese metro tan complicado mochos besos (no soy de letras)muaaaaaaaaaaaaa.

    ResponderEliminar
  2. Hola Galete y acompañante, soy Andrés, de Torrelavega.
    Acabo de disfrutar con la lectura de vuestra odisea en el metro, ahora voy a por mas entradas y tambien le estoy echando una ojeada a las fotos que la verdad, me estan dejando bastante impresionado. Lo cierto es que me ha entrado envidia sana (si es que la envidia alguna vez puede ser sana) de la experiencia que estas viviendo, disfrutala y sigue relatandonos tus aventuras, yo prometo entrar de vez en cuando por aqui y dejar mis comentarios.
    Un saludo

    ResponderEliminar


Powered by Blogger Widgets


Desde

A
Salida

Regreso

Adultos

Niños
Bebés