jueves, 17 de diciembre de 2009

Pongamos que hablo de Madrid

Creer que hemos dado marcha atrás, que nada de lo sucedido en Beijing realmente ocurrió. Después de una semana en nuestra tierra, en nuestro país, sentimos que la vida que dejamos permanece sin grandes variaciones. Pero un año no pasa en vano para nadie, ni para aquellos que ahora nos rodean ni para nosotros mismos. Pequeños contratiempos, problemas o gratificantes sorpresas que llegan a veces sin razón ni explicación han provocado un cambio de personalidad en algunas personas, ese al que nosotros estamos tratando de adecuarnos. ¿Las cosas han cambiado tanto o a caso somos nosotros los que lo hemos hecho? España siempre será nuestro país y aquí es donde más a gusto nos sentiremos aunque todos vayamos adquiriendo una forma diferente.
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Volver a casa no requiere un periodo de adaptación, si de aceptación de los cambios que han ocurrido mientras estuvimos fuera. Casi un año es demasiado tiempo como para que no ocurra nada. Desde la distancia no era fácil adivinar que estaba sucediendo en la madre patria, después de más de una semana por Madrid parece que vamos cogiendo el ritmo a la que nunca dejó de ser nuestra ciudad.

Con vuestra reacción al reencontrarnos parece que nunca nos fuésemos, sin duda, una prueba de la confianza que hay entre vosotros y nosotros. Qué alegría seguir siendo “uno de los nuestros”.

William Shakespeare dijo: "El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos".

sábado, 5 de diciembre de 2009

Ni hao Madrid


Esta mañana me he levantado con la sensación de haber dormido once meses. He desayunado galletas de chocolate enriquecidas con fibra y un vaso de leche semidesnatada. A continuación me he vestido, no sé muy bien con que propósito. Abrochándome el penúltimo botón de mi camisa me ha llamado la atención su cuello estilo Mao. ¡Ah, que al final me fui a Beijing! Las maletas preparadas y un papel impreso con el código de un vuelo Shanghai-Estambul-Madrid me dicen que estamos de vuelta. Hoy es el día en que la tristeza deja su hueco a la alegría, tal y cómo os prometimos en el primer post.



Cuando los instantes superan a las palabras, cuando los sentimientos son inexplicables, cuando una etapa de nuestra vida termina. El tiempo marca nuestro pasado, presente y futuro. A partir de ahora, la ciudad de Beijing irá ligada a un cambio de mentalidad y a unos principios que siempre soñamos tener. Hoy volveremos a sobrevolar los Urales pero esta vez dirección oeste, de camino a casa. Dieciocho horas de viaje nos harán reflexionar sobre lo que nos ha aportado la capital de China, sobre los contratiempos que nos han hecho madurar a marchas forzadas pero, especialmente, sobre un nuevo proyecto de futuro, aquel en el que nosotros creemos. Estamos deseando abrazaros…



Jean Paul Sartre dijo: “Felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace”.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

La Perla de Oriente




Shanghai es un paréntesis dentro de China. Cosmopolita, moderna, desenfada, construida a base de cemento y hormigón, vestida de cristal e iluminada por la noche para no perderla nunca de vista. Caprichos del destino han hecho que el alter ego de Gallardón, en su versión rasgada, nos martirice con obras la imagen que nos queríamos llevar de recuerdo a Madrid antes de regresar. El paseo por The Bund ahora mismo es una quimera que solo podemos imaginar. La Expo Universal de Shanghai 2010 tiene la culpa de que esta dinámica ciudad con reminiscencia de la futurista urbe de Blade Runner parezca un puzzle por hacer.


Segunda ciudad y segunda búsqueda exhaustiva de piso. Ahora nos damos cuenta de la suerte que tuvimos en Beijing con el piso que encontramos y lo complicado que está resultando descubrir en nuestra nueva ciudad una casa que nos guste. Desde que llegamos, nuestro objetivo ha sido ese, más allá del turismo y del descanso antes de partir hacia España. Como aquí no podemos tirar del segundamano, visitamos todas las agencias inmobiliarias de la zona. “¿Cuál es vuestro presupuesto?” nos preguntan, “apurado” les contestamos nosotros, pero buscando y buscando hemos conseguido alcanzar algún piso 18 que satisface nuestras necesidades. Dos días antes de irnos y… ¿nos iremos a casa con piso en Shanghai?

Victor Hugo dijo: “El futuro tiene muchos nombres: para el débil es lo inalcanzable, para el miedoso, lo desconocido. Para el valiente, la oportunidad”.


domingo, 29 de noviembre de 2009

Adiós a una habitación con vistas



Hoy cruzamos el umbral de la puerta de nuestro apartamento 1701 en Beijing por última vez. Antes o después sabíamos que este momento llegaría. Han sido once meses de ricas experiencias, de una adaptación difícil y de un arduo camino hacia la comprensión y el entendimiento mutuo. Estas cuatro paredes significan una etapa de nuestras vidas que termina. Resultó difícil decir adiós en y a Madrid, hoy no resulta fácil ir a la estación para tomar un tren que nos lleve a Shanghai sin mirar hacia atrás y pensar en los recuerdos que se quedan dentro del apartamento 1701. Nuestro Centro de Operaciones.


Nos despedimos de Beijing como cuando llegamos. Sentimientos enfrentados dentro de nosotros que nos empujan hacia otra ciudad al tiempo que resurgen todos esos momentos que esta ciudad nos ha otorgado. Intuimos que pronto volveremos, que allí donde vamos será un paso hacia adelante y no un motivo para entristecerse, pero un adiós siempre se dice con lágrimas en los ojos. Sus gélidas temperaturas, su maravilla del mundo, su burbuja artística en el 798, su historia. Todo suyo y todo nuestro. Con el tiempo se aprende a convivir, a respetar aquello que en unas horas ya estaremos echando de menos. Cuídate Beijing 再见


"Hay ciudades que parecen soñarse a sí mismas. Beijing, atareada y vulgar, habitada sin saberlo por sueños literarios en fuga". Manel Ollé (Prólogo de Historias de Pekín de David Kidd


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viernes, 27 de noviembre de 2009

Finito cuanto

Unos precios excesivamente bajos, irrisorios, a veces cómicos, hacen que los mercados de falsificaciones sean una de las visitas favoritas de los turistas. Muchos de los que leéis este blog (eso no gustaría pensar ¿ilusos?) durante vuestra estancia en Beijing disteis buena cuenta del Silk Market y Yashow Market, con el correspondiente asombro por nuestra parte. No creíamos lo que veíamos, visitas diarias a estos templos del capitalismo “Made in China”, a veces clandestinas (supongo que para apaciguar el mono), compras compulsivas, “qué más da, me ha costado 8 euros ¡¡¡un bolso Gucci!!!!” Decías algunos. El noble arte de consumir lo han hecho igual de bien y el mismo número de veces tanto las mujeres como los hombres. En este sentido, el género masculino ha luchado por alcanzar la paridad a la hora de gastar.



Comprar en China es una actividad aditiva y una descarga de adrenalina importante. A veces, lo de menos es lo que se compra, sino a qué precio se consigue. Es una lucha entre tú y la dependienta, quien no dudará en emplear todas sus artimañas para conseguir encasquetarte cualquier cosa a un precio muy por encima del suyo. Ellas regatean mejor que nosotros. Saben lo que hacen y su paciencia no tiene límites. Una fuerza interior innata en ellas las abstrae y se olvidan de que están pugnando por un euro, en el mejor de los casos, por dos euros. Obviamente, al final lo consiguen. La felicidad de la compra radica en el hecho de haber ganado la victoria a la astuta china, qué más da que sean unas Converse All Star, que una camiseta Abercrombie, si el precio siempre es el mismo ¡¡¡5 euros!!!!

Muchas veces me he imaginado alguno de vosotros en traje de baño, en ropa de andar por casa, en chándal, luciendo una muñeca vestida con un elegante reloj Omega o un hombro del que cuelga un bonito bolso Gucci.

Yo también he sido drogadicto de estos centros, pero si tuviera que elegir mí sobre dosis sería de ropa hecha a medida por mis sastres favoritos, Jennie y Óscar. Mañana, cuando vayamos a recoger nuestras chaquetas “chinese style”, nos despediremos de ellos. Un placer.

Las apariencias engañan. Aquello que siempre hemos considerado tradicional, con el paso del tiempo, puede ser la opción alternativa a un estilo de vida común para la sociedad. ¿Qué es realmente China y qué nos transmiten desde España? Lejos de ser un país atrasado, donde la mentalidad conservadora gana la partida a las ideas innovadoras, el Gran Dragón, muestra y explota un potencial desconocido.



Beijing avanza con pasos de gigante pero sin tirar por la borda todo lo que forma parte de su historia y, por tanto, de su filosofía. Un mundo de contrastes que se aprecia nada más bajar del avión. La Ciudad Prohibida y el Mausoleo de Mao atestiguan la conservación e idolatría. Miles de chinos visitan diariamente lo que fue el cobijo de los emperadores y el cuerpo embalsamado del fundador de la República Popular de China. Llegan cargados de ilusión y bolsas de comida rápida para disfrutar todo el día de un enclave en el que a ellos les hubiese gustado vivir. Ellos representan la tradición, el amor a unos antepasados.



Ver más allá, querer evolucionar y situarse entre los países más poderosos del mundo les ha convertido en unos férreos seguidores de los altos edificios con formas esquizofrénicas y paredes acristaladas. La modernidad ha llegado a Bj de la mano de unos Juegos Olímpicos que apostaron por los sueños de los ciudadanos más jóvenes que quieren dar una nueva cara a este país. El Nido no fue sólo una construcción de acero entrelazado, sino que fue la semilla que hará brotar todos sus frutos. “Trabajando llegaremos a ser lo que queremos, un país respetado por los demás”. Más de uno podíamos adoptar su filosofía.

Descubrir la Villa Olímpica, atravesar el Mausoleo. No son comparables. La simbología del contraste potencia la riqueza de un país. Idolatran a su antiguo presidente al tiempo que sueñan con ser mejores. Las imágenes muestran sólo atisbos de lo que la mente esconde. La convivencia entre tradición y modernidad forman el cuadro de lo que ha sido nuestra casa.


Camacho alecciona: “El que quiera jugar tiene que llamar a la puerta hasta tirarla” y nosotros nos preguntamos ¿se puede equiparar a escribir emails?

domingo, 22 de noviembre de 2009

Post de 400 palabras: 1 euro


Cuando cogimos el avión desde el Aeropuerto de Barajas dirección Beijing éramos conscientes de lo que dejábamos atrás, de lo que prescindiríamos en los próximos meses, pero hubo un detalle del que no fuimos conscientes hasta que llegamos. Vivir en Rivas me había creado ciertos hábitos que aquí han sido difíciles de subsanar. La aceituna, como lo llama mi padre, fue mi salvación y el mejor ayudante que pude tener para poder ir allá donde quería. Aquí en Beijing, lo echo de menos. La sensación de conducir por la A3 es ahora una nostalgia, un deseo.

Como diría el anuncio de BMW, “me gusta conducir” y en este país no es algo asequible para los extranjeros. Alquilar un coche o sacarse el carnet puede estar al alcance de muchos pero entender los caracteres de las carreteras comarcales y no perderte, eso no tiene precio. Así que asimilamos la derrota y buscamos una solución que llegó con la primera visita. En honor a la famosa película china “La bicicleta de Pekín”, barajamos la posibilidad de hacer deporte al tiempo que nos desplazábamos de un lugar a otro pedaleando en su medio de transporte estrella.

No vino con lazo ni se entregó el día de Reyes, pero el regalo de las bicicletas ha sido uno de los más útiles (junto al horno-microondas, todo sea dicho). “Forever” es su marca pero no representa de manera fidedigna la calidad de sus materiales. Hoy están oxidadas y emiten ruidos sospechosos, nosotros sabemos que así se sienten integradas en una sociedad donde las bicis no son para “fardar” sino para la necesidad diaria de moverse.


Han hecho su función. Han sido las responsables de muchas de nuestras satisfacciones y también de algún que otro encuentro fortuito con aquellos chinos que no miran al cruzar. Las “Forever” irán con nosotros a Shanghai pero conducir no es lo mismo que pedalear. ¿Dónde quedaron esas noches bajando la Castellana o los trayectos a Valencia rodeados de moteros que se dirigen al mismo destino que nosotras? Un coche es muchas veces nuestra segunda casa y a esa también tenemos ganas de volver.

Nos decís que en Madrid la primavera ha invadido el mes de noviembre, con unos termómetros que alcanzan los 20º C. Sin embargo leemos todos los días en un periódico digital noticias que presagian un oscuro presente y un desalentador futuro. Desde aquí no acertamos qué ropa ponernos ante tales volátiles predicciones.

La distancia que hay entre aquí y allí no nos ha hecho ajenos a una realidad personificada en largas, a veces optimistas, otras pesimistas, colas a las puertas de las oficinas del INEM. En China, el único país que crece el 7% por encima de su PIB, hemos padecido en nuestras carnes una crisis que parece haberle gustado España y amenaza con instalarse más tiempo del que se la había invitado en un principio. Amparados por esta situación muchos han encontrado la coartada perfecta para no pagar.
Creemos que esta crisis citada hasta la saciedad está siendo una máquina de hacer dinero para muchos aprovechados. En una situación como la que estamos viviendo sale lo mejor y peor del ser humano. Tenemos la oportunidad de cambiar una mentalidad que nos estanca y nos ahoga en nuestra propia mediocridad. Es momento de dar un paso al frente y así acercarnos a la salida. Si cada vez que se dijera la palabra “crisis” todos metiéramos un euro en una hucha (nosotros meteríamos 10 RMB) seguro que el dinero volvería a fluir por las frívolas autopistas del capitalismo que nos protege del ataque del Ejército Rojo.


Por nuestra experiencia podemos decir que las medidas que se están tomando para atajar la crisis no están siendo las idóneas. Se está saboteando una profesión al mejor postor, siendo dos partes, siempre ha sido la más débil la que más ha dado (nosotros) y la supuestamente fuerte se ha limitado a lamentarse y a no mirar con inteligencia la situación que vivimos.
A nosotros nos han sobrado los motivos para no desfallecer y seguir con nuestra idea, adaptándola a cada obstáculo que nos hemos ido encontrando. Optimismo, nuevas propuestas, decisión, ganas de querer hacer algo son las claves tópicas para que las colas del INEM, los despidos masivos, las reducciones de personal, los recortes en las ayudas, el periodismo ciudadano sean el recuerdo de una noche de frío invierno en Beijing.


Walter Lippman muestra la mentalidad que nos hemos encontrado “Donde todos piensan igual, nadie piensa mucho”.

jueves, 19 de noviembre de 2009

¿Cueces o enriqueces?


La gastronomía de un país suele ser uno de los pilares básicos que la sustentan. Con más tradición que muchos monumentos y más beneficios que los combates por tierras ajenas, los documentos sobre los secretos culinarios no se guardan en una biblioteca ni en internet, sino que está en la cabeza de todas esas abuelas y madres que crecieron aprendiendo. Y parece que una de las recetas mejor guardadas es la del pato pekinés. ¿Por qué no sabe igual en Dadong que en cualquier restaurante de Madrid? Tanto a los más prestigiosos, como a los auténticos chinos les falta algo…

Comer pato laqueado en Beijing se ha convertido en una excursión más para nosotros. Igualarlo a la Gran Muralla es una realidad y las visitas siempre han apreciado el verdadero espectáculo de cuchillos y palillos que se mostraba en ese salón minimalista. Un pato por pareja, esa era la medida. Puffff…. Algo más que un cochinillo para cuatro en una cena de navidad.

Tan “hao chi”, como dirían los chinos, son las famosas empanadillas. Rellenas de carne, gambas, cangrejo o verduras. Con masa de pan o de pasta. Las opciones son innumerables y elegir puede resultar una ardua tarea para los indecisos. Servidas en canastillos de bambú y con una presencia impecable. Entonces todos nos hacemos la misma pregunta… ¿Cómo se harán estos saquitos? Por experiencia propia diré que es más fácil hacer una docena de esos patos laqueado que un solo saquito de ese manjar. Su textura, su olor a frescor y su explosión de sabor en tu paladar te introducen en una dinámica glotona de la que será complicado parar hasta que no quede ninguna.


El pato y las empanadillas, dos secretos muy bien guardados que echaré de menos en España. A la pregunta de por qué no saben igual, es sencillo contestar. El lugar, el ambiente que se respira no es el mismo. Y es que hay que viajar 10.000 kilómetros para comprobarlo.


Pero como no todos los días podemos disfrutar de esos restaurantes (y todo hay que tomarlo en su justa medida), experimentamos en nuestra propia cocina. La tortilla de patata y el amagante giro de muñeca ya está controlado pero ahora nos hemos lanzado a otras recetas nacionales como el cocido. La primera vez estaba rico, pero pudo ser que tuviésemos suerte. Quisimos repetir y el resultado fue el mismo… ¡Ya tenemos remedio para combatir el frío! Hace un año, no sabíamos hacer más que ensaladas y filete con patatas y hoy podemos decir que ya hemos aprendido lo que es la independencia.


Durante los días previos a la celebración de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, las noticias sobre el Gran Dragón se sucedían. “El Gobierno chino prohíbe escupir en la vía pública”, informaba el telediario de turno. “Las autoridades municipales de Beijing instan a los ciudadanos de la capital a que no salgan a la calle vestidos con el pijama”, “Se castigará, incluso se sancionará económicamente, a aquellas personas que no respeten su turno en una cola”, leíamos en los periódicos de aquel deportivo verano. Mucho se dijo también de la contaminación, de la emisión de CO₂ procedente de las fábricas que custodian la ciudad, donde se manufacturan los productos “made in China”. El precio de la mercancía lo marca el país donde tenga lugar la compra. ¿De verdad somos tan listos los occidentales?


Desde la distancia, no podía creer lo que dictaba el ente que aspira a ser el primer poder. Sin embargo, pasaron unas horas en Beijing y me di cuenta de que se quedaron cortos, pero comprendí el alcance de todas esas medidas como un intento de parecerse a nosotros ¿Por qué? Nos hemos pasando tanto tiempo diciendo que somos los mejores que nos lo hemos creído nosotros y ellos.


Escupen con pasmosa indiferencia en medio de la calle, rodeados de miradas (cómplices). Aquí no hay espacio para el qué dirán. Todos hacen ¡Puag! Increíble resulta ver como se cuelan. Existe un ley tácita que te permite colarte si el otro no se da cuenta. Se acepta con deportividad. Este cansado fenómeno tiene lugar en todo tipo de establecimientos, situaciones, sin importar la moralidad, ética, legalidad, que implique la acción. Los segundones no tienen cabida en un país de 1.300 millones habitantes. Esta hostilidad la compensan con la simpática imagen de un matrimonio paseando al perro (hemos llegado a ver patas de perros con deportivas estilo Converse All Star) vestidos con un elegante pijama cada uno.


Grandes amantes de las aves, las sacan a pasear y las devoran a partes iguales. Resulta curioso ver a hombres y mujeres con sus decorativas jaulas habitadas por un pájaro paseando por la calle como si la historia no fuese con ellos. Más grima da ver un pequeño cajetín ocupado por un peludo grillo de considerables dimensiones, teniendo en cuenta lo escaso de nuestro conocimiento sobre el grillo. Cric-cric (o como haga aquí este animal).


Barack Obama dejó unas pinceladas en su visita a China: “Cuanto más libre es la información, más fuerte es la democracia”.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Érase una vez…

El presente que vivimos en Beijing pronto pasará a formar parte de nuestro pasado. Lugares descubiertos, experiencias memorables, lecciones aprendidas. Hasta nuestra vuelta, contaremos aquello que despertó una chispa en nuestro interior, eso que nos llevaremos de una ciudad que ha sido nuestro hogar durante todo este tiempo.


Salimos de Madrid aún con el recuerdo reciente de unas navidades y llegamos a Beijing pensando en los días festivos que marcarían el inicio del Año del Buey. Dos celebraciones parecidas. Dos sensaciones diferentes. Lo que en nuestra ciudad llevaba en todo momento tintes de despedida, aquí se impregnaba de ilusión y, por qué no decirlo, de miedo. Echo la mirada atrás y pienso en esos días. Las frías calles se construían en nuestra mente con cada paso que dábamos.


Con la inquietud de vivir una navidad en un país diferente al mío, me desperté ese día 25 de enero sabiendo que sería su adiós a un año olímpico de triunfos y demostraciones (por lo visto, nunca podemos dejar de demostrar lo que somos). Soñé con un día que marcase el ritmo de mi corazón, que sintiese como si fuera mí propia navidad. No fue así. La navidad es magia pero no a cualquier precio. Quería sentirme uno más de ellos pero no pude. Tal vez algo dentro de mí no quiso poder. Por muy grande que sea mi pasión por China, mi país siempre tendrá mucho ganado.


Dicen que los chinos se aferran a la constancia hasta conseguir su objetivo. Pareció que esa noche la meta de los trabajadores del hotel en el que nos hospedábamos (y que algunos de vosotros conocéis) éramos nosotros. No cedieron hasta que nos sentamos a cenar con ellos. Así que ellos ganaron, sin querer hacerles un feo y dejando que ese ofrecimiento hiciese que nos sintiésemos algo más como en casa. Nos divertimos, nos indigestamos alternando las empanadillas con las gambas fritas y éstas con sus polvorones glutinosos por no saber decir un “no”. ¿Por qué íbamos a hacerlo? Somos nosotros los extraños y nosotros los que debemos adaptarnos.



A las 00.00 estalló el júbilo entre los chinos y todos salieron a la calle con sus petardos y fuegos artificiales mientras que mi mirada atónita les empezaba a comprender. Poco a poco descubriría más a fondo una forma de ser y un estilo de vida que escapa de nuestro control. El cielo se iluminó de luz y sonido para marcar el comienzo de un nuevo año lunar. Esta vez le ha tocado al buey ser el rey de la fiesta, mi horóscopo chino que espero siga acompañándome hasta el final de este año 4707.

Consumir preferentemente antes de tres meses desde su fecha de expedición. Sí, nuestros visados de turistas han ido caducando como los yogures. Dicen que si existe una solución, entonces no hay problema. Cada noventa días encontramos una excusa para seguir aprendiendo, sinónimo de viajar.



Hace muchos años que vi la película “La Caja China”. Desde aquel día quise conocer ese territorio del que los británicos tardaron tanto tiempo en desprenderse. Siempre me han seducido las ciudades coloniales, obligadas a sentir arraigo, despojadas de su identidad, a la deriva. Jugaba a imaginármelas, incomprendidas, solitarias, altivas, misteriosas, cultas, acogedoras. Que pereza debe dar luchar por tu independencia contra el imperio de turno que te colonizó y contra el país que te reclama. Pienso.


El día D fue el 16 de abril de 2009. Después de veinticuatro horas de viaje en tren llegamos a Kowloon. Estoy con ustedes en que más romántico hubiera sido atracar en un barco en el Puerto de Victoria, pero… Para ella no era su primera vez, así que me guió Nathan Road dirección sur, hasta el Star Ferry. La isla de Hong Hong se nos apareció ante nosotros. Y enmudecí. En ese momento se me vino a la mente “La Caja China” y pensé que si yo fuera británico también hubiera luchado por conservar ese pedazo de tierra. A la deriva, despojada de su identidad, obligada a sentir arraigo… Una ciudad colonial.



Nos parece una buena filosofía para salir de la crisis lo que sugiere Alfons Cornellá, presidente-fundador de Infonomía: “Del miedo al fracaso se pasa al miedo al riesgo. Y sin riesgo no hay innovación, no hay futuro”.

martes, 10 de noviembre de 2009

Año de nieves, año de bienes

¿Hacia dónde va China? Esa es una de las preguntas que todos los líderes del mundo se plantean. Se piensa que llegará muy lejos pero siempre se ha dudado del modo para obtener esas metas. Algunas buenas, de eso damos fe nosotros mismos, pero otras entran en juicio.

Parece que en esta ciudad no existen problemas que el hombre no pueda solucionar. Ya ocurrió con el Aniversario de la Fundación de la República y el pasado domingo 1 de noviembre volvió a ocurrir. Querían un cielo despejado para el gran desfile y tuvieron el sol más radiante. Ahora hay sequía y ¿qué mejor que la nieve para paliarla? ¡Qué sencillo es vivir en Beijing! Unos cohetes de yoduro de plata y listo ;p Pero como siempre, estamos más enterados de las noticias de España que las de China, así que salimos a celebrar la gran nevada pensando que era la primera de un sinfín que llegarían de manera natural.


Si la Plaza de Tian´anmen es inmensa, para nosotros ese día sus dimensiones parecían ser aún mayores con un viento que aumentaba la velocidad por minutos. Helados, después de dos horas en la calle, volvimos a nuestro hogar con la sensación de haber revivido la infancia. Hoy, una semana después, pronostican más nieve y temperaturas que descienden a un ritmo vertiginoso… ¿Dónde quedaron esos 40 grados? Las visitas no darían crédito después de lo que vivieron.


No creemos que mientras vivíamos en Madrid supiéramos valorar en su justa medida aquellas pequeñas cosas que hoy extrañamos y que tanto esfuerzo nos cuesta realizarlas. (Obviaremos todas aquellas relacionadas con los seres queridos y/o mascotas [no tiene porque ser en ese orden]). Contemplar el cielo azul, escuchar la radio, leer el periódico y ver jugar al Real Madrid. Desde hace algún tiempo esa última cuestión nos quita el sueño. La diferencia horaria respecto a España (+ 7 horas) nos obliga a vivir un derby con legañas en los ojos y sin saber qué hacer después del partido. ¿Nos vamos a dormir o seguimos despiertos? He aquí la cuestión.

Desubicados nos encontramos a las 05 h delante del televisor viendo en la CCTV5 o en BTV, jugar al Madrid contra el Atlético, escuchando la narración de Manola Lama (con un retardo de 20 segundos). ¿Cómo se puede vivir con emoción un partido de esa manera? Como siempre ganamos. Como siempre la culpa fue del árbitro. Como siempre la historia se repite. El año que viene otra vez se oirá aquello de “esta vez sí que sí”. Y mañana nos desvelaremos para oír el choque ante el segundo equipo de la comunidad de Madrid, el Alcorcón. Tenemos una corazonada.


Desde aquí quiero animar a los muchachos (como diría Maradona) del Rayito a seguir disfrutando del partido semanal (por fin en unas buenas instalaciones). Ganar es otra cuestión muy reñida y esquiva con nosotros. Las crónicas que se pueden leer estos días animan a jugar. Ya queda menos.


Ya sabíamos en Tailandia que después del trabajo de campo tocaría echar muchas horas delante de nuestro mejor amigo aquí, el ordenador. Primera meta conseguida. Mitad del trabajo hecho. Sentimos cierto alivio al saber que es posible terminar nuestra experiencia en Beijing con todo terminado, con la libertad necesaria para poder disfrutar de Madrid como es debido. Ahora nos espera otra guía. Tailandia ya no nos parece tan paradisiaca… ¿tendremos que volver para comprobarlo?


El uso que le damos al horno resulta enfermizo. Después del ordenador es el aparato eléctrico que más encendemos durante el día. Nos hemos dado cuenta de la cantidad de posibilidades culinarias que nos brinda, un pescadito, un costillar, la pasta, etc. Sin embargo, para el cocido que nos metimos en el cuerpo hace unos días no hace falta usarlo. Abuelas, madres y otros parientes, no nos creerán, pero la palabra “bueno” es poco para decir cómo estaba. Quizá, lo siguiente.


Nos ha gustado el consejo que le han dado al Agente Especial Cooper de Twin Peaks: “Haz de tu sonrisa un paraguas y deja que llueva”.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

¡Qué cosa!

T3 de Beijing, increíble lo moderna que es, bueno no tan increíble ya que se parece mucho a la T4 de Madrid, pero hemos recorrido 10 mil kilómetros… y en esa que parece ser la tontuna turista (una variante del síndrome) nos esperábamos un aeropuerto con techos de pagoda o algo así …catetos a más no poder!

Al llevar ya casi 3 semanas en Madrid he tenido modo de asentar mis emociones y confirmar lo que desde el primer día empecé a sentir…Cuando llevas tiempo viajando, cuando has recorrido casi las 4 esquinas (la tierra tiene esquinas?) del mundo te das cuenta de que vayas donde vayas somos todos iguales y todos diferentes a la vez.


Nada más llegar ya me siento en casa, el teneros allí desde luego ha ayudado y la acogida que nos brindaron David y Laura hizo que nos relajáramos, pero comprobar día tras día que estemos donde estemos podemos sentirnos parte de ese lugar es genial… Esa familiaridad hace que desde el minuto uno me sienta cómoda como para poder expresar mi admiración, descontento o critica sin pensarlo, tal como sale del alma. …todos iguales decía no?? Pues NO! Y para marcar las diferencias el gobierno chino, el día antes del super desfile (que una vez acabado tendremos oportunidad de poder volver a ver un millón veces, por si se nos había escapado algún detalle o no nos había quedado claro el poderío del gigante rojo), dispara unos misilillos para que llueva todo lo que tenga que llover pero que luego deje un cielo despejado durante una semana… Occidente chúpate esa! La verdad es que no podemos evitar la típica frase de “esto no puede ser bueno”… pero nos viene de perlas, ya que hemos sido unos turistas casi suicidas en visitar Pekín y coincidir con su GRAN SEMANA de vacaciones, pues por lo menos que nos haga bueno…

En fin, que si estás de vacaciones en Pekín lo suyo es ver la muralla, la ciudad prohibida, la plaza de Tian´anmen y si eres chino pues igual, así que nos juntamos 20 millones de pekineses de vacaciones más nosotros 7, oleee oleee… así nos va…. gente, gente, gente y más gente… venga empujar, venga escupir, venga colarse…en todo momento se me viene a la mente la semana de Reyes y la Puerta del Sol… igual… venga empujar, venga escupir, venga colarse… pero, sin ojos rasgaos y sin farolillos, que oye ya que estamos tienen su punto, y el paisaje mola más… no hay día que no nos acostemos destrozaos de cansancio, las distancias marean, pero tiene que ser así, como vas a hacer una mini plaza en una macro ciudad?? Ciudad grande, plaza grande, te hace sentir pequeñito y perdido, pero a estos chinos entre tanta grandeza no se les escapa detalle, lo tienen todo controlado, y acabamos un poco hartos de tantos controles. Cada vez que cogemos el metro tengo la sensación de que lo próximo que me van a pedir es hacer un check-in para acceder al andén, hay uniformes para TODO. Ser vigilante o guardián de algo parece ser el trabajo chino por excelencia, pero entre nosotros, digo yo que de alguna manera habrá que controlar el paro, a la gente le tienes que dar un trabajo, pero no uno cualquiera, que la gente tiene su orgullo y quiere sentirse útil y más si tiene en el corazón tanto amor patrio… ”Toma te colocas el uniforme y te nombro controlador de bolsos a la entrada del metro…” y ahí están tan tiesos y orgullosos. Controlando y vigilando.



Agotados, pero bien alimentados eso sí… al viajar si algo he aprendido es a probar todo lo que puedo de la gastronomía local, porque de los edificios, los colores y las gentes te llevas fotos, recuerdos y souvenirs varios, verdaderos o "falsos", pero lo que no te puedes llevar son olores y sabores. Esos se quedan donde están... así que me lo como todo saboreándolo a fondo. Descubrir lo nuevo, texturas, especias, olores, llego a la conclusión de que me encanta todo. El pato, el arroz, los tallarines, todo nos resulta tan familiar y tan diferente a la vez...

Nos volvemos con mil fotos, mil risas, quinientos refunfuños y un millón de recuerdos.

sábado, 31 de octubre de 2009

Una jornada laboral no molecular


¿Quién mató a Laura Palmer? Enclaustrados en el orwelliano “Centro de operaciones” de una ilegítima planta 17 reunimos el tiempo suficiente para reflexionar sobre esta incógnita tan en boga a principios de los noventa.

Se pasan las horas delante de la pantalla del ordenador sin darnos cuenta, pero padeciéndolas como si fuera una sutil tortura de un hábil verdugo. Teclear es la acción que más estamos desarrollando y perfeccionando durante los últimos días. De la mezcla de la necesidad, de la obligación y del deseo es fruto una ingente cantidad de nuevos documentos “word” que anhelamos ver publicados muy pronto. Por Mónica y Galo.

Ajenos (vosotros) a nuestro día a día, jugamos a adivinar cómo os lo imagináis. Es cierto que no tenemos un horario de oficina, pero en nuestro piso se curra más que en un ministerio. Sin rastro de un jefe/a (ojo con la paridad de género que no parida de sexo), pero unas veces Mónica y otras Galo te dan ganas de invitarles a que paseen por la calle desde la ventana. Aquí no se libra los fines de semana, nuestra filosofía es SevenEleven. Pues eso, que trabajamos y descansamos lo que podemos y lo que Beijing nos permite con sus actividades de gafas de pasta.


“Has recibido un nuevo email del Instituto Cervantes”. Como un aliciente que te empuja a salir de la rutina llegó una de tantas conferencias que en otro momento a lo mejor no hubiese eclipsado nuestra atención. Por las ganas de dejar a un lado el trabajo o por el amor a la gastronomía española. Sea lo que fuese, ya teníamos un motivo para comprobar que el gélido frío de Beijing aún no había llegado a sus cotas máximas.


Albert Adriá, como siete años antes había hecho su hermano Ferrán, pisó tierras asiáticas para absorber todo los secretos culinarios chinos y para impulsar el Programa gastronómico-cultural que se desarrollará todo el mes de noviembre en China. Las relaciones entre España y este país son cada vez más próximas y el Cervantes tiene gran parte de culpa. El pasado martes Albert Adriá dio una conferencia-charla junto a su homólogo chino Dadong (el rey del pato laqueado y el dueño del restaurante más conocido de Beijing). El Salón de actos abarrotado prometía y así fue.



Promocionó su nuevo libro “Natura”, explicó la historia de “El Bulli” y luego comenzó la rueda de preguntas. Algo tenso estaba con aquellos que ponían en juicio los controles de calidad y los más jóvenes fueron los que le sacaron la sonrisa. Una china se levantó y le dijo: todos cuando tenemos mucha hambre en lo primero que pensamos es en calorías, una gran hamburguesa, ¿usted en qué piensa? Adriá rió. Todos sabemos que su comida no es abundante, aunque si deliciosa, y esta asistente le hizo más vulnerable y, por tanto, más cercano. Aunque no inmediata, buena respuesta. “Cuando estoy hambriento como jamón ibérico”. Y nosotros pensamos en nuestra nevera… Qué hubiésemos hecho sin esos regalitos de España ;p


Sorprendidos salimos del evento. La familia Adriá repite que para ellos es importante no dejar nunca atrás el recuerdo de dónde vienen. Comida molecular o no (no les gusta esa denominación), tal vez algún día podamos volver a vernos en su restaurante…


El mes de diciembre ya está a un solo paso. Las dudas sobre los preparativos de vuelta a casa nos asaltan en cada momento. ¿Qué haremos con nuestro anoréxico ajuar? ¿Cómo vamos a ir a Shanghai para coger nuestro vuelo? ¿Qué nos llevaremos a España de todas nuestras cosas? Poco a poco nos organizamos, nos ilusionamos. Pronto nos veremos en casa.

Esta semana hemos leído en El País “la elegancia es la confianza en uno mismo”, por Diane von Furstenberg (diseñadora).


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domingo, 25 de octubre de 2009

Mónica y Galo Guesthouse


Nuestra estancia en Beijing se construye de recuerdos, de momentos, de imágenes y de personas, ¡ah! y de lo que dijeron. Ahora que hemos clicado en “confirmar”, los billetes de vuelta a Madrid son una realidad y con ella nosotros tenemos fecha de caducidad. Vuestra masiva afluencia desbordó un cajón de sastre que os agradece su razón de ser y a nosotros nos dibuja una sonrisa al rememorar ciertas expresiones…

Desordenados, inconexos, ininteligibles para los demás, así se explica el rastro de estela que dejó vuestro paso por esta ciudad que también ha sido vuestra al llevaros un trozo de ella, por muy “falso” que éste fuera.


Recorrer el “old Beijing” subido en un “ranchou” acompañando a Borja debería aparecer en Itinerarios recomendados de toda guía de viajes que se precie. Eva podría completar el apartado Léxico con todas las posibilidades que brinda la partícula interrogativa ¿por qué? Dani y Laura seguro que recomendarían encarecidamente darse un masajito en Qué hacer. La sección Gastronomía es cosa de Raquel y Carlos, los príncipes del noodle, desde su “patio andaluz”. Nieves se las vería y desearía con los palillos como cubiertos. Cobete y Vero redactarían la sección Alrededores, evitando mencionar la “visita de Andrés”. Después de esta frase nos imaginamos a Nai, con un acento entre usereño y napolitano, decir “¿qué cossa?” Por suerte está Elsa y sus aspirinas, si es que nos deja alguna.


Aunque parezca surrealista, la ciudad de Beijing está tan orientada a nosotros, los occidentales, que muchas veces resulta difícil encontrar lo que Antonio buscaba insistentemente, lo “chino chino”. Y es que todos hemos pensado alguna vez lo difícil que debe ser sentarse como lo hacen ellos en la calle pero, según Candi, no hay destreza, que no nos engañen, sino “silla invisible”.



¿Dónde quedarán esas tardes de calor que pedían a gritos un Frappu? Carol y sus postres nos permitieron probar todas las novedades semanales de la compañía de Seattle. Y con tanto trabajo, normal que Vero no parase de preguntar si necesitábamos ayuda… ¿pero tú no venías de vacaciones? Disfrútalas.

Muchos se hicieron camisas a medida pero hubo quien no había nacido para ser de San Blas. Después de probárselas, Emi sospechó que la tela podría provocarle sarpullidos así que prefirió gastarse con Inés los yuanes en los batidos de coco con las milagrosas bolitas “xi bi”.


¡Y llegó el momento de las Tuenti! Lara pidió los “palillos de competi” y María dijo no querer sudar más “like a pig” en la Gran Muralla. Los años pasan para todos pero Yoli tenía remedio para todo e inventó una nueva plataforma para alguno de los presentes: el “trenti” está cerca. Si había alguna controversia, Jose siempre quedaba al margen, ya se sabe, nunca fue “un experto en el tema”.


Víctor y Ángel nos engañaron. Decían no conocerse pero, ¿cómo es posible hacer hasta las mismas bromas? ¿Quién preguntó por el flash de la cámara? Ellos se lo habían guardado en el bolsillo, qué ideas.


Para terminar… Kike y su clásico “wan an”.
Lo dicho, buenas noches.



“Si todo es mentira, escoja al menos una mentira hermosa”, de Cosas que hacen BUM, de Kiko Amat.

martes, 20 de octubre de 2009

Perdidos en Beijing

¿Si ZP te diera una semana de vacaciones qué harías? Tú no sé, pero si fueras chino visitarías Pekín como un occidental más. Creo que los 1500 millones de chinos coincidieron a principios de mes en la capital china. Tian´anmen, la Ciudad Prohibida, el Palacio de Verano estaba repleta de chinos celebrando sus días de ocio. Para que os hagáis un idea de la cantidad de chinos, hacían que la gran, gigantesca muralla china, esa que dicen se ve desde la luna, pareciese minúscula ante tanta cantidad de personas. Tan minúscula que mi fuerte de los playmobil pondría más resistencia a los mongoles... o mongoleños. ¿Se vería mi fuerte desde la luna? ¿Hubiese sido buen momento, ya que estaban todos los chinos en Pekín, para que saltasen a la vez?


Ángel



Me ha costado mucho escribir este post, y lo entrego con retraso, como se entregan las cosas que salen del corazón. Pero necesitaba alejarme un poco, dejar a mis recuerdos respirar, viajar, volver, mirar…

Como todas las cosas hermosas, este viaje ha llegado a su fin. Y como todas las cosas hermosas, me ha traído la melancolía al corazón. Es una ciudad que te atrapa o te horroriza. Que te acoge, o te lanza tan lejos que la distancia no te permitirá regresar, jamás, convirtiendo tus recuerdos en prejuicios coloreados del rojo de Beijing.

Beijing me atrapó. Me atraparon sus olores, sus colores, su mirada, ese cielo que siempre está a punto de romper a llorar, pero nunca llora, esas miradas rasgadas, su gente… Toda su gente. Las personas a las que desprecias por su ordinariez, a las que admiras por su estilo y sus lujos inalcanzables, a las que te acompañan a tu destino permitiéndote encontrar el camino, a las que te empujan y te pisan sin mirar atrás, y las que, con sus caras infantiles, miran con curiosidad tus ojos como platos.

Me atraparon sus contrastes, sus incongruencias, sus tradiciones, sus pasos de gigante hacia nuestra vida occidental.... Los inmensos edificios de cemento y cristal al lado de los grises hutongs, los impecables hombres de negocios al lado de sucios niños en cuclillas, los telediarios que hablan sólo del único partido del que pueden hablar junto a los blogs escritos desde algún escondido lugar, la gente que calla junto a la gente que sólo quiere gritar. Ese mundo tan enorme, sin fin, pero a la vez tan pequeño y con unos muros tan altos que dejan boquiabierta a la gran muralla.

Me atraparon los signos que humedecen el asfalto de sus jardines, las flores que inundan la ciudad, la policía que siempre te está esperando, sus transportes abarrotados, su moneda de papel arrugado, sus nenúfares, sus edificios sin memoria, sus edificios con demasiada memoria, sus campanas, su olor a incienso, sus baños públicos que te llenan de náuseas, sus niños silenciosos, las mazorcas de maíz, el distrito del arte, el…

Me atrapó Beijing.

Gracias Mónica, gracias Galo, por mis recuerdos de Beijing.



Elsa

lunes, 19 de octubre de 2009

Un "ranchou" de regalo




El día 27 de septiembre supuso el final de nuestro más que viaje de placer por tierras tailandesas. Sabíamos que antes o después aquella experiencia de recorrer todo un país, de norte a sur, visitando el este, terminaría. Regresamos con notas, muchas notas. Todavía aún con más fotos, si cabe, pero y los recuerdos ¿dónde se guardan? Sin avisar, sin motivo aparente lógico, se vienen a la mente elefantes, orquídeas, monjes vestidos con túnicas de color azafrán y naranja. De repente llueve. Y nuevas apariciones tiene lugar, ruidosos tuk-tuk, mochileros, niños vestidos de uniforme. Sale el sol y vemos el río Chao Phraya y su agua color chocolate, playas, muchas playas presentes en sueños que nunca deberán hacerse realidad. El morado que invade el antiguo reino de Siam da paso al Beijing más sobreexpuesto que conocemos. Hoy hemos despertado.

Decir adiós al país que nos acogió, que nos llenó de esperanzas en nuestro futuro profesional, no es fácil pero teníamos una buena razón para volver a Beijing. Aunque resulte extraño, habría alguien para recibirnos en una ciudad que no es nuestra de sangre pero sí de corazón. Familiares y amigos trataron de luchar contra los inconvenientes del idioma y diferencia cultural mientras estábamos ausentes… y lo hicieron hen hao.


Quince días después de nuestro retorno, seguíamos haciendo turismo por calles asiáticas. Trabajo en el centro de operaciones por la mañana y exploraciones urbanas por la tarde acompañados de esa esencia española que siempre se echa en falta. No ganó Madrid y eso que la corazonada llegó hasta aquí. La noticia que no queríamos que llegase, voló en forma de mensaje cuando caminábamos cerca de la Ciudad Prohibida. Los porqués nos asaltaban, las desilusiones, el rencuentro con fantasmas pasados. Esta vez tampoco pudo ser pero llegará nuestra hora.


El día 15 de octubre se evaporó el último rastro, la última visita del año. Las despedidas nunca fueron lo nuestro y este año se han convertido en un trabajo más. ¿Cuándo terminará esa angustia? Nunca dejaremos de sentir un adiós, un hasta luego.


Si tuviera que escoger una excusa para volver a llamar a un viejo amigo, a un familiar lejano o a cualquier otro ser caído en el olvido recíproco, nunca sería para felicitarle su cumpleaños. El factor sorpresa nos proporciona esa parte de credibilidad que necesitamos para que nuestros gestos vayan un poco más allá que nuestras intenciones. Sin embargo, tú no eres un viejo amigo, tampoco un familiar lejano y mucho menos un ser caído en el olvido. Así que no tengo excusa. Con retraso (el día en cuestión para los que no estén al corriente fue el 16 de octubre), con prisas, con cierta impaciencia por hacerlo ya…quería felicitarte, Borja. Por falta de espacio no podré hacerlo en 27 ocasiones. Una vez siempre es suficiente. No imagino que deseo pediste al soplar las velas de aquella tarta imaginaria, ni tampoco querría saberlo, eso significaría que te conozco demasiado bien. Yo aún espero seguir indagando en tu persona durante otras 27 temporadas y más. ¡Felicidades hermano!



Nuestro fin en la capital del norte se acerca y ya tiene fecha de regreso. Sabíamos que acabaría, que lo haría antes de lo esperado. El tiempo pasa sin darnos cuenta y hace poco nos encontramos cogiendo los billetes que nos llevarán de vuelta a nuestro hogar. ¿Desde Beijing o desde Shanghai? Resultaba duro pensar en enero sin haber cogido aún el avión que cargue con todos nuestras nostalgias almacenadas durante estos meses. El 6 de diciembre volveremos a reencontrarnos en el aeropuerto de Barajas. A veces sentimos estar cerca, otras parece que el tiempo corre a contracorriente, sobre todo cuando sólo deseas abrazar a los que están tristes (ánimo). Pronto estaremos juntos, sólo nos queda acabar el trabajo por el que vinimos, por el que soñamos.


jueves, 15 de octubre de 2009

Pongamos que hablo de Beijing


Uno cuando aterriza en Beijing no espera que en menos de 24 horas su hogar, sus amigos y sus costumbres ya no parezcan estar a miles de kilómetros gracias al acogedor abrazo que sale de la ventana del piso 1701 de Peixin Jie. Y es que en solo diez días uno ya se siente como en casa. Durante nuestra estancia en la capital china hemos descubierto muchos de los encantos que ofrece esta gran ciudad: sus sabores, sus olores y los gestos de la gente que han sido suficientes para mostrar el mejor cuadro de esta gran ciudad, donde los contrastes se hacen visibles en cada esquina, en cada parque y en cada “ni hao” que los ciudadanos ofrecen al pasar…


Donde la ciudad dejo de ser prohibida,
y el suelo es un lienzo al escribir.
Dame un té como última bebida,
pongamos que hablo de Beijing.

Sus nidos son de vigas de metal,
¿Bohemios? 7.9.8. Art Distric
mercado de la seda: 10 Yuan!!!
pongamos que hablo de Beijing.

Esconden el verano en un palacio,
color rojo, fragancia de jazmín;
metro Ciqikou fue nuestro abrazo,
pongamos que hablo de Beijing.

Final del viaje, el sueño calla,
no sólo quedara Paris;
traspasando la muralla:
Galo, Mónica…Pekín.

domingo, 11 de octubre de 2009

Junto a ti, junto a vosotros.

Hoy, la distancia entre Madrid y Beijing me resulta más inabarcable. 10.000 kilómetros que se multiplican dentro de mi corazón por no poder estar en casa en un momento tan difícil para los míos. Las sorpresas a veces nos recuerdan que somos humanos, que debemos vivir cada instante de nuestra vida sin pensar en mañana. Lo inesperado hace que mostremos y digamos todo aquello que siempre tuvimos dentro, pero que por algún motivo no quisimos mostrarlo. Oí su voz, quedamos en vernos pronto en la ciudad que tantas veces nos vio reír. Ahora ya te has ido pero siempre estarás a nuestro lado, dentro de cada uno de nosotros. Tu vida no acaba aquí, tu vida no acaba nunca.

Te queremos abuelo,

Mónica.

domingo, 4 de octubre de 2009

UN VIAJE PROMETIDO, NO SERÁ EL ÚLTIMO

Antes de emprender mi ruta hacia Pekín me preguntaba como sería ese enorme país oriental con mil trescientos millones de habitantes, siendo uno de los más grandes en extensión, tan distinto al nuestro, con tantas supersticiones…

Después de coger dos aviones (catorce horas de vuelo), de recorrer diez mil kilómetros de distancia y de hablar durante el segundo vuelo (desde Amsterdam a Pekín) con un hombrecillo Cubano mas salao que nada, llegué el día cinco de agosto al aeropuerto de aquel país desconocido para mí hasta ese momento esperando encontrar a esa pareja de grandes amigos y a esa otra persona tan especial para mí.


Estos nueve días han dado para mucho. El primer día estuvimos en el distrito 798 disfrutando del arte Chino. Vimos algunas esculturas curiosas y otras un tanto “insinuosas”…Otro día hicimos una excursión muy típica y especial de esas que son de “asistencia obligatoria”; La Gran Muralla China (con chofer suicida al volante, por supuesto).En esta aventura hacia una de las maravillas del mundo nos acompañaron los noddles, los híbridos de patinete con los que bajamos la montaña, las maravillosas vistas y el calor, ¿A que sí Maria?Al día siguiente estuvimos en la Ciudad prohibida gracias a ese reventa que nos “ayudó” a no estar una hora en la cola y… nos encantó. No teníamos mucha idea de la historia de ese lugar ni tampoco demasiado tiempo para documentarnos pero tuvimos la gran suerte de encontrar a un hombre que nos informó de todo en un momentito y así pudimos dotar de sentido a aquella increíble visita.


También estuve en el Palacio de Verano con mi cebrita (que bonita es). Sobreviví a una importante chupa de agua de la cual salí vivo gracias a la inestimable ayuda de María (si no es por ella beso el suelo).


El paseo nocturno de Tian´anmen en bicicleta me encantó aunque es difícil conducir sin toparse con nadie en ese caos de ciudad y, también he de decir que es complicado que mi querida amiga Valentina Gómez no se pique conmigo durante los trayectos en bici…


Otro sitio digno de mencionar es el Templo del Cielo. Fue toda una experiencia jugar con aquellas tres señoras, a las indiakas… dábamos toques con los pies y piernas, sin que tocara el suelo y…mi amigo (que tenia mono de fútbol) se fue, con dolor de cuello… ejem ejem.Por último he de hablar de la Villa Olímpica. Me gusto mucho pero pasamos un calor increíble. De ese día no olvido las charlas de política, las críticas hacia las mujeres chinas por su vestimenta, etc. A que sí Moni?



Gastronómicamente puedo decir que la comida que probé en Beijing es muy diferente a la que nos ponen en los restaurantes chinos que he probado en Madrid. El mejor que probé allí fue el restaurante Dadong donde nos zampamos a 3 pobres patos cocinados a la Pekinesa.
También me encantaron varios restaurantes asiáticos; Vietnamita con sus vistas al lago, Taiwanés en San Littun (o como se escriba) y alguno más.

Nunca olvidaré ese masaje que nos machacó (sobre todo a mí y a Lara). Siempre me quedará la duda de si nos hizo la técnica buena o todo aquello fue que le caímos mal… También tengo que mencionar a los taxistas que me llevaron acojonado durante toda mi estancia allí y aquel viaje en tuc tuc que nos dejó llenos de m….


Para ir finalizando tengo que contar que cuando se fueron el trío de las inseparables hubo una pareja que me acogió en su humilde morada. Fueron unos excelentes guías y mucho más que eso: una compañía inestimable.


Espero veros pronto y así tener esas tertulias futbolísticas, políticas y, cómo no, críticas sobre el queridísimo Berlusconi… jajaja.

Galo; la presión constante existe y… sino que nos lo digan a ti y a mí… jajaja.Moni; espero comerme pronto una tabla de quesos contigo.
Un fuerte abrazo desde Madrid.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Y Rivas llegó a Beijing

25 de Julio.
7.00h a.m. No sin esfuerzos salimos de la cama para dirigirnos al aeropuerto de Madrid. Las caras, un poema que no vamos a describir por el respeto que nos tenemos entre nosotras. No faltaron las llamadas de última hora: la puntualidad no es nuestro fuerte. Primer destino: Helsinki.

14.30 hora local (lo de las horas tiene su misterio). Llegamos a Helsinki y lo primero que hicimos fue acordarnos de la sudadera que cada mamá nos había empaquetado esa mañana. Sin perdernos ni un minuto por el aeropuerto nos fuimos al centro de la ciudad (5 horas de escala sin WIFI dan para mucho).

26 de Julio.
8.30h esta vez de Pekín. Tras comprender definitivamente el significado del jet-lag y cargadas con un fajo de Yuanes que ya quisiéramos que fuesen euros, llegamos al destino. Entre la multitud de no más de metro sesenta se distinguía perfectamente a Mónica. Habían pasado unos cuantos meses desde la última vez que nos vimos en Madrid pero parecía que nos habíamos visto el día anterior. Después del reencuentro nos subimos al taxi que nos llevaría a la casita de nuestra primera amiga independizada. Parecía que nos íbamos a estrellar!! Con cara de susto las tres y... Mónica, más que acostumbrada se partía de risa.

Las primera impresión general fue muy distinta a la que pensábamos encontrar. Aunque habíamos visto fotos, habíamos leído cosas sobre Pekin y nos habían hablado de lo que íbamos a ver, nos encontramos con un país tan distinto que nos impactó mucho. Lo que más nos chocó en un primer momento fue como, en pleno Julio, el sol brillaba por su ausencia y en su lugar había lo que podríamos llamar “luz incómoda”, de ahí que la naturaleza, muy sabia ella, haya reducido el tamaño del ojo chino. Paseando por la calles te das cuenta de lo diferente de esta ciudad: en pocos metros pasas de un centro comercial plagado de tiendas en las que no te atreverías a pasar con tu miserable paga en Madrid, a barrios que ya no se ven en la capital española. Un consejo: si vais a Pekín no os fiéis de los estudiantes de bellas artes (que por cierto, debe estar muy de moda porque te asaltan por todas partes), ya que, pobres confiadas, casi acabamos siendo un rollito de primavera, eso sí ESTUPENDO, por conseguir nuestros nombres en caracteres chinos.


A lo que más nos costó acostumbrarnos en un principio fue a las avanzadas técnicas de ventilación e higiene chinas: los baños comunitarios en los que aprendías a compartir espacio vital o el empeño por enseñar torso del hombre chino.

Sin embargo, en tres o cuatro días nuestra visión sobre el país cambió radicalmente: la hospitalidad de su gente que siendo tan diferente te acoge como a uno más, el encanto de sus calles...La verdad es que nuestra misión aparte de visitar a nuestra amiga era hacernos una idea de cómo se vivía en un lugar tan distinto y lejano para nosotras. Quizás eso era más importante que hincharnos a ver monumentos.

El país del “no hambre” se convirtió en el del querer comer. Le cogimos el gusto a la comida no china....tailandés, vietnamita, Italiano...Francamente, empezamos a frecuentar estos restaurantes alternativos para no ver a la pobre Yoli empleando el método del ataque a la empanadilla (consiste en trinchar el alimento con un palillo chino a modo de pincho moruno). Pero no todo fue fácil para las “Team- Putón”: desde asarse “like a pollo” a mojarse “like a noodles”, hasta los 5000 m mariposa que tuvo que franquear María para conseguir comprar las entradas a la Ciudad Prohibida, mientras Lara, no sin peligro, sujetaba los bolsos en tierra firme.

La llegada de Jose nos activó a todos (no sé por qué porque este chico es muy tranquilo). Mentimos, a todos menos a su despertador del móvil....

Una de las cosas que más nos cautivó fue ir al mercado de las falsificaciones para comprar millones de regalitos (propios la mayoría...). La parte divertida era la de “casi llegar a las manos” para conseguir un buen precio (aunque no todo el mundo opina lo mismo). Primero te llamaban guapa y al final de la negociación eras el mas feo de la historia. A la que te descuidabas te tiraban la calculadora a la cabeza y más si les ofrecías 5 euros por un sony vaio( ahí estaba justificado). Lo de “español tacaño” se lo aprendieron bien. La parte mala, aguantar a María comprando relojes...

En cuanto a visitas lo que más nos gustó fue la muralla china, donde demostramos nuestro trabajado estado físico (para algo llevamos tiempo apuntadas al gimnasio). El templo del cielo tenía un encanto muy especial y la Ciudad Prohibida nos pareció una pasada. El Palacio de verano no nos entusiasmó demasiado pero debieron de ser las circunstancias ya que tuvimos que sobrevivir a un diluvio universal con una cebra a cuestas (Jose: un padrazo cebra pa´riba cebra pa´bajo).

Y... aunque no venga a cuento tenemos que decir que nunca olvidaremos el olor “difícilmente digerible” del carrefour....toda una experiencia.


China nos ha ido cautivando poco a poco. Este es uno de esos viajes difíciles de olvidar y que se valoran más cuando te vas de allí. Una pedazo de experiencia “tenti” vivida junto a nuestra querida “tuentiamiga” Mónica y nuestro preciado “trentiamigo” Galo.

Gracias por todo Moni. Te queremos ver pronto por Rivas.



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