Se pasan las horas delante de la pantalla del ordenador sin darnos cuenta, pero padeciéndolas como si fuera una sutil tortura de un hábil verdugo. Teclear es la acción que más estamos desarrollando y perfeccionando durante los últimos días. De la mezcla de la necesidad, de la obligación y del deseo es fruto una ingente cantidad de nuevos documentos “word” que anhelamos ver publicados muy pronto. Por Mónica y Galo.
Ajenos (vosotros) a nuestro día a día, jugamos a adivinar cómo os lo imagináis. Es cierto que no tenemos un horario de oficina, pero en nuestro piso se curra más que en un ministerio. Sin rastro de un jefe/a (ojo con la paridad de género que no parida de sexo), pero unas veces Mónica y otras Galo te dan ganas de invitarles a que paseen por la calle desde la ventana. Aquí no se libra los fines de semana, nuestra filosofía es SevenEleven. Pues eso, que trabajamos y descansamos lo que podemos y lo que Beijing nos permite con sus actividades de gafas de pasta.
“Has recibido un nuevo email del Instituto Cervantes”. Como un aliciente que te empuja a salir de la rutina llegó una de tantas conferencias que en otro momento a lo mejor no hubiese eclipsado nuestra atención. Por las ganas de dejar a un lado el trabajo o por el amor a la gastronomía española. Sea lo que fuese, ya teníamos un motivo para comprobar que el gélido frío de Beijing aún no había llegado a sus cotas máximas.
Albert Adriá, como siete años antes había hecho su hermano Ferrán, pisó tierras asiáticas para absorber todo los secretos culinarios chinos y para impulsar el Programa gastronómico-cultural que se desarrollará todo el mes de noviembre en China. Las relaciones entre España y este país son cada vez más próximas y el Cervantes tiene gran parte de culpa. El pasado martes Albert Adriá dio una conferencia-charla junto a su homólogo chino Dadong (el rey del pato laqueado y el dueño del restaurante más conocido de Beijing). El Salón de actos abarrotado prometía y así fue.
Promocionó su nuevo libro “Natura”, explicó la historia de “El Bulli” y luego comenzó la rueda de preguntas. Algo tenso estaba con aquellos que ponían en juicio los controles de calidad y los más jóvenes fueron los que le sacaron la sonrisa. Una china se levantó y le dijo: todos cuando tenemos mucha hambre en lo primero que pensamos es en calorías, una gran hamburguesa, ¿usted en qué piensa? Adriá rió. Todos sabemos que su comida no es abundante, aunque si deliciosa, y esta asistente le hizo más vulnerable y, por tanto, más cercano. Aunque no inmediata, buena respuesta. “Cuando estoy hambriento como jamón ibérico”. Y nosotros pensamos en nuestra nevera… Qué hubiésemos hecho sin esos regalitos de España ;p
Sorprendidos salimos del evento. La familia Adriá repite que para ellos es importante no dejar nunca atrás el recuerdo de dónde vienen. Comida molecular o no (no les gusta esa denominación), tal vez algún día podamos volver a vernos en su restaurante…
El mes de diciembre ya está a un solo paso. Las dudas sobre los preparativos de vuelta a casa nos asaltan en cada momento. ¿Qué haremos con nuestro anoréxico ajuar? ¿Cómo vamos a ir a Shanghai para coger nuestro vuelo? ¿Qué nos llevaremos a España de todas nuestras cosas? Poco a poco nos organizamos, nos ilusionamos. Pronto nos veremos en casa.
Esta semana hemos leído en El País “la elegancia es la confianza en uno mismo”, por Diane von Furstenberg (diseñadora).
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