lunes, 4 de octubre de 2010

La felicidad en un enchufe

Tecnológica, silenciosa, afable, desnivelada. Cuatro características que bien podrían definir la última ciudad que hemos visitado. Vivir en China te da la oportunidad de ver como cercanos algunos destinos exóticos desde España. La duda entre volver a HK, donde perduran bonitos recuerdos, o descubrir un nuevo destino se quedó pronto en el camino. Esta vez volaríamos a Seúl, la capital de Corea del Sur.


Elegido por el deseo de eliminar ese desconocimiento que nos invadía sobre Seúl y por un reencuentro. Casualidades o no, el viaje express se convirtió también en una excusa para ver a Inés y Emilio. Con ellos descubrimos, degustamos, recordamos. Escaso, muy escaso se hizo el viaje para nosotros, sobre todo cuando tienes la mejor compañía. La próxima, nos vemos en casa ;p.


La proximidad geográfica entre China y Corea del Sur es una anécdota cuando se tiene la oportunidad de callejear por Seúl. Poco sabíamos antes de viajar a la capital surcoreana y con ganas de más regresamos a Shanghai. La red de metro de la ciudad olímpica del año 1988 nos mostró una excelente radiografía de la urbe y de sus habitantes. Unos anchos, cómodos y equipados vagones recorren un entramado de líneas que alcanzan cualquier punto de Seúl. Durante el trayecto reina el silencio, a pesar del gran número de viajeros. Ordenadamente dispuestos, unos sentados y otros de pié, muestran su adicción. Colgados de sus móviles de última generación, juegan, escriben sms, correos electrónicos, chatean, navegan y ¡ven la televisión! En la superficie la tecnología está presente en cada esquina. Pantallas táctiles, simulando cualquiera de los artilugios que copan en el mercado y ayudan a los desorientados a encontrar su camino.



Poco conocíamos de la comida coreana y son muchos los platos que hemos probado en esos dos días. Un país también se conoce por el estómago, pero siento decir que su gastronomía aún queda lejos de la exquisitez china. ¿Lo mejor? Un restaurante local, de escasos metros cuadrados y con un alimento base: el pollo. Su especialidad era la samgyetang, una riquísima sopa con un pequeño pollo que va relleno de arroz, dátiles, castañas y su toque especial con la rama de ginseng. Hacía calor, pero no fue excusa para probar lo que se ha convertido en el plato más impactante y sabroso del viaje.


Por otro lado, la influencia norteamericana es evidente. Jóvenes y no tan jóvenes, visten con grandes sudaderas con capucha, pantalones cortos, chanclas y el gran complemento yanquie, una gorra de baseball. Estados Unidos ha encontrado en Corea del Sur al amigo que le permite jugar en Asia. Sin embargo, los surcoreanos son gente amable, atenta, sonriente y educada. Seguro que pronto nos dejamos volver a ver por aquella tierra.
Palabra: Adicción
Homer Simpson pregunta: “¿Internet? ¿Todavía anda eso por ahí?”






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